Decíamos la semana pasada que en la pandemia pasada del covid 19, salieron a flote muchas creencias, muchos agüeros, muchas leyendas y muchos mitos, todo por el afán de curarnos de esa maldita peste que dizque nos trajo un murciélago chino que atravesó los mares y se regó por todo el mundo.
Una de esas leyendas hacía referencia a una señora a quien se le apareció un niño que le dijo: Busca en la biblia y encontrarás la solución para los males de la humanidad. Quiero creer que el niño era un ángel (yocreo que los ángeles existen) que le estaba indicando que fuera a leer la biblia, los salmos, el Nuevo Testamento, por ejemplo, y que esa lectura le traería el consuelo que andaba buscando ante tanto mal y tanta mortandad. Pero no. La señora interpretó el mensaje como algo material que hallaría en la biblia. Se fue corriendo y lo único que encontró fue un pelo, una pestaña o algo así.
El cuento se regó como pólvora: Había que buscar pelos en la biblia. Cada quien le añadió algo de su propia cosecha: Que el pelo se debía hervir y tomarlo como un té caliente. Té de pelo. Cuentan que muchas vidas se salvaron por un pelo. Yo había escuchado decir a los amigos que un pelo les había salvado la noche, pero no que salvara la vida entera.
Ahora que ya usted, amable lector, está contextualizado, como dicen los que hablan bien, sigo transcribiendo el artículo que sobre ese tema publiqué en la época de la pandemia, y que repetí la semana pasada, pero por falta de espacio, nopude terminar. Seguimos:
“El tal coronavirus o su inventor desalmado, no sabía lo fácil que era hacerle frente y derrotarlo: Con agua de pelo. Aunque no de cualquier pelo. Debería ser pelo de la biblia. Hallado en la biblia. Porque un pelo se puede encontrar en cualquier parte. De día o de noche. Pero pueden ser pelos vulgares y hasta pecaminosos. En cambio para combatir la pandemia, el pelo debería estar purificado en las páginas del libro sagrado.
Mi amigo, el que me contó todo el cuento con pelos y señales, hirvió el pelo en una jarra de agua, y a falta de jengibre, le echó canela y clavo, consumió la pócima, le llevó al lecho a su compañera y guardó el resto en la nevera. Ahora estaban ambos protegidos.Grabó un video que me mandó con su pelo, su biblia y su agua hervidamente milagrosa.
Después de verlo y oírlo, me animé y fui a la biblia, a la pata de mi pelo salvador, crespo, lacio, con pintura, descolorido, como fuera. Gasté horas enteras de mi descanso de pandemia, y nada. Todo fue en vano. Busqué pelos en los Salmos, en la pasión del Señor, versiones larga y breve, en las epístolas, en el apocalipsis, en los libros de Noé, de Jacob y de Matusalén. No encontré pelos por ninguna parte.”
Cuando publiqué ese artículo, varias dudas me afloraron y aún hoy me desvelan. ¿Si Dios quería ayudarnos, por qué escogió precisamente un pelo, habiendo otras cosas menos mundanas, como una medallita o un escapularioo una estampa de san Judas Tadeo (protector contra las cosas difíciles)? ¿Quería probar nuestra fe con un pelo? Y si fue cosa del diablo ¿cómo se le ocurre poner pelos en el libro sagrado, su enemigo?
De todas maneras, no pude encontrar un pelo que me salvara la vida o la noche. Entonces acudí a las vacunas. Y no voté por Petro.