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Un caballo de Troya macondiano
Cada colombiano debe hacer la Paz día a día practicando la honestidad, la justicia, el respeto y el amor por el prójimo.
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Martes, 31 de Mayo de 2016

Amables lectores: En la antigüedad los griegos fueron considerados hábiles e ingeniosos estrategas militares, de ello habla su mitología al descubrir la brillante estrategia que idearon para invadir a Troya. Elaboraron con madera un gigantesco caballo y en su vientre camuflaron un selecto grupo de militares, lo abandonaron a las puertas de la ciudad, haciéndoles creer a los troyanos que se trataba de un regalo y estos ingenuamente lo introdujeron al seno de su sociedad. Pasada la media noche, salieron los invasores del vientre del caballo, abrieron las puertas de la ciudad y facilitaron la entrada del ejército griego. ¡Así cayó Troya!

Algo similar está ocurriendo en estas tierras macondianas. La insurgencia nos ha regalado a Pacificador, el caballito de la paz, camufladas en su vientre vienen las intenciones, ideales filosóficos socialistas y ambiciones. Solo el tiempo nos dirá si son buenos o malos. Este caballito ha fascinado a nuestro presidente, quien visualizó la hora de pasar a la historia como el prócer de la paz.

Ciertamente un alto porcentaje de colombianos estamos desorientados, escépticos, desconfiados y muy preocupados por el futuro de nuestro país. Como no estarlo, si las tales negociaciones de La Habana más que negociación parecen una rendición del Estado colombiano. Hay un marcado desequilibrio entre las concesiones estatales versus los mínimos reconocimientos de las trasgresiones cometidas por la insurgencia. Osadamente argumentan como atenuante que estos execrables crímenes son actos propios de la guerra, que en toda guerra hay víctimas y que la responsabilidad se comparte con el Estado. Esto es inconciencia, psicopatía o deshumanización. La palabra arrepentimiento se deriva del vocablo griego ‘metanoia’ que significa ‘cambio de conducta’.

Los colombianos tenemos crisis de credibilidad en todas las instituciones y en el proceso de paz, porque en La Habana hablan de paz pero en Colombia practican la violencia. Asimismo, la clase política habla de paz pero continúa sin cambiar sus prácticas corruptas e ingesta desaforada de mermelada, comiéndose los recursos públicos. Cuanta indiferencia ante la grave crisis de la salud en toda Colombia; cuan vulnerable son los niños ante la voracidad de los corruptos del PAE; que indolente es el Congreso ante la inequidad social y el desempleo que azota a muchas regiones, mientras que ellos gozan de grandes salarios y muchas gabelas.

Esa paz de papel que tanto promociona la ANTV tiene muchas falencias. No hay verdaderas políticas de paz para que este país se direccione en la convivencia pacífica, porque aquí no vivimos, solo sobrevivimos ante la rampante delincuencia; la informalidad y el narcotráfico, al que se ven abocadas humildes familias por falta de educación y de oportunidades.

Cada colombiano debe hacer la Paz día a día practicando la honestidad, la justicia, el respeto y el amor por el prójimo, luchando contra la corrupción que le quita el pan de la boca al hambriento y estanca el desarrollo de los pueblos.

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