Estoy convencido de que, para gran parte de la población de este planeta, el recientemente posesionado presidente de los Estados Unidos, es un hombre tan pobre, pero tan pobre, que lo único que tiene es dinero.

En el día de ayer se formalizo en ese país , la transición entre el gobierno de un excelente mandatario como lo fue Barack Obama, y lo peor que puede esperarse para el mundo entero, el del ignorante, charlatán, vulgar y mentiroso, Donald Trump. Quizás nunca, en el siglo XX, el sentimiento más arraigado, ante un relevo de gobierno en los Estados Unidos, fue el temor, por lo que pueda ocurrir con la manera de gobernar de dicho personaje. Jamás hubo tanta desconfianza mundial en la persona que habrá de manejar las riendas del poder y en su equipo de gobierno.

El rechazo que se produjo ayer contra quien se acababa de posesionar, fue demostrativo de lo que habrá de venir en el futuro inmediato. La no presencia de los congresistas demócratas en ese acto, y los graves disturbios, que dejaron cientos de heridos y más de 300 personas retenidas, lo mismo que vehículos incendiados y comercios saqueados en las principales ciudades del país, dan cuenta del inmenso repudio contra el entrante mandatario.

Todo lo anterior como consecuencia de la forma como Trump adelantó su campaña, con un discurso nacionalista en el que cimentó su popularidad, el cual resonó en un segmento de la sociedad, como una bomba de tiempo, con el que logro el apoyo de la clase media blanca norte américana, y, también, de los estratos bajos del mismo color. El resultado que trajo ese discurso xenófobo, racista y discriminatorio contra mujeres y minorías hispanas, se vio reflejado en las calles de las principales ciudades del país.

Prueba de la polarización que logró con su discurso incendiario, fueron los guarismos electorales obtenidos en su carrera presidencial. Aunque gano con un triunfo cómodo en el mapa del Colegio Electoral (que es quien elige al Presidente), perdió el voto popular por casi 3 millones de sufragios.

Si bien es algo que se ha presentado en otras cuatro oportunidades en la historia electoral del país, el margen por el que perdió Trump, es el más alto de todos. “En otras palabras, dice Larry Sabato, experto en elecciones de la Universidad de Virginia, Trump gobernará un país donde la mayoría no lo quiere. Una falta de legitimidad que de seguro complicara su mandato “.

Las encuestas, también, señalan que el multimillonario tampoco gozara de la luna de miel que suelen disfrutar los nuevos presidentes, durante sus primeros meses en el poder.

Trump, no solo es el candidato más impopular en llegar a la Oficina Oval, sino uno de los presidentes con peor imagen en la víspera de su ascenso al poder. De acuerdo con un sondeo de Gallup, solo el 42 por ciento del país, aprueba la manera como se ha desempeñado en este período de transición.

Un mar de diferencia si se compara con sus antecesores más inmediatos. Obama recibió una calificación positiva del 75 por ciento; George W.Bush, del 65 por ciento, y Bill Clinton, del 67 por ciento.

La mayoría de expertos piensan que Trump se estrellará pronto con el andamiaje político de Washington, donde pesan mucho los grupos de interés y las diversas agendas que se manejan en el Congreso. Basta con que un solo senador republicano objete a uno de sus nominados, para que este se hunda. Y lo mismo se aplica para las leyes que pretenda hacer avanzar.

Lo que nadie duda con este inestable personaje, es que vendrán cambios, que no serán de poca monta. Con los republicanos controlando la Rama Ejecutiva, la Legislativa y muy probablemente la Judicial, una vez llene la vacante de la Corte Suprema de Justicia, el futuro de los Estados Unidos, luce muy diferente del que tejió con tanto acierto el magnífico presidente Barack Obama.