Desde la campaña presidencial de Gustavo Petro se viene hablando fuertemente de la urgencia de la transición energética de Colombia y así lo ha hablado el presidente ante el mundo en Naciones Unidas y en la COP 27, sin embargo, esta concepción de cambio de paradigma energético que quizá lleva alrededor de cuarenta años de discusión en diferentes contextos políticos, aún no es comprendido desde lo conceptual, muchas veces es mal utilizado para tocar fibras y mover masas de populismo político, pero la realidad es que la transición energética como su mismo nombre lo dice es un acción intermedia de un estado antiguo a uno nuevo y diferente, esta acción intermedia de manera responsable en el contexto político y económico no puede ser en un corto plazo, debe ser bien planificada y organizada para no alterar ni deteriorar la dinámica económica nacional. La transición energética de manera ordinaria se puede entender como una serie de cambios en los diversos modelos de producción, distribución y consumo de la energía, con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero o en nuestro caso para reducir la dependencia a unos combustibles tradicionales, pues Colombia no es un país importante en la generación de gases de efecto invernadero, los que mayor impacto generan son China, Estados Unidos e India (45% de emisiones globales), nosotros no alcanzamos a generar ni el 1% de las emisiones.
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Ahora bien, la transición energética no se hace solamente con una prohibición de exploración, explotación de hidrocarburos, ni con un cierre progresivo de las centrales de carbón o termoeléctricas y empezar a desarrollar de energías limpias de la noche a la mañana, sino que es todo un cambio de paradigma para desarrollar una visión sistémica del componente energético, económico, ambiental y social. Se debe formular una gran alianza para la descarbonización
no solo en electrificación para consumo, si no también otros sectores, como el transporte, como de la digitalización de las redes, y servicios, incluso nuevos dispositivos con menor consumo energético, que por su parte aportan a la gestión y la eficiencia energética.
Hablar de suspensión de exploración y explotación de hidrocarburos genera incertidumbre sobre cual es entonces el concepto que el gobierno tiene sobre transición energética. Es cierto que el cambio climático es una emergencia mundial que traspasa las fronteras políticas, también es cierto que es un problema que requiere recursos para soluciones en todos los niveles y cooperación internacional para ayudar a los países que menor impacto aportan, como Colombia, a desarrollar planes, infraestructura, programas para crear una sociedad resiliente y adaptable a las consecuencias de esta emergencia y con miras a transiciones energéticas planificas y económicamente responsables.
El gobierno nacional ha anunciado recientemente que, durante los próximos meses se realizará la tarea de recoger las posturas, experiencias y visiones la comunidad académica, científica, industriales y diferentes actores del sector político para construir el documento que será la hoja de ruta de la tan nombrada transición energética en Colombia.
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