Con el cierre de inscripciones de candidatos a concejos, alcaldías, asambleas y gobernadores, arranca formalmente la campaña para las elecciones territoriales de octubre. En el nivel nacional hay un gran número de aspirantes que ya ocuparon esos cargos como Dilian Francisca Toro, Rodolfo Hernández, Jorge Rey, Alex Char, Federico Gutiérrez, Carlos Amaya, Luis Perez, entre otros. El fenómeno también se presenta en el Norte de Santander, en donde repiten William Villamizar a la gobernación y Cesar Rojas para la alcaldía de Cúcuta.
En el caso de nuestra capital la elección será muy apretada y ya con todos en el partidor aparecen 5 aspirantes con opciones reales de ser elegidos para reemplazar al actual alcalde Jairo Yáñez, quien termina su mandato con una desfavorabilidad de más del 70%. La verdad es que no le fue bien a Yáñez. Ganó sorpresivamente hace 4 años con una campaña sencilla y contundente contra la politiquería y la corrupción. Su triunfo fue claro y generó esperanzas en tiempos mejores. Hoy la sensación es de frustración y decepción. Nunca logró conectar con la gente. Su gestión fue deficiente, la ciudad se deterioró físicamente y la inseguridad creció. Muchos sectores políticos, sociales y gremiales intentaron acercarse a trabajar en equipo y fue imposible hacerlo. Se dedicaron a pensar en el 2050 y olvidaron el 2025.
Ahora los cucuteños elegirán entre Jorge Acevedo, Leonardo Jácome, Cesar Rojas, Juan Carlos Bocanegra y Emerson Meneses. Acevedo se presenta por cuarta vez como candidato, Cesar Rojas es repitente y en el caso de Bocanegra, Meneses y Jácome se trata de figuras más jóvenes que han sido concejales y diputados y por primera vez son candidatos. Cúcuta perdió la esperanza, sus habitantes hoy son escépticos y pesimistas y no creen en nada ni en nadie. La primera tarea que tendrá que hacer quien resulte elegido es devolverles a los cucuteños la fe que perdieron ante el agravamiento de los problemas, la falta de soluciones y la inexistencia de un proyecto colectivo de ciudad en el que todos nos sintamos incluidos y representados.
Hasta el momento poco han dicho los candidatos de sus planes y propuestas para la ciudad. Se han quedado en el festival de la recolección de firmas, las papayeras y zancos, los bloqueos en el centro, los mercados y refrigerios. Ahora que ya está claro quiénes son los candidatos con opciones reales, ojalá se pueda adelantar una campaña distinta. Más allá de los resultados de la administración saliente, Yáñez demostró que se puede buscar el respaldo ciudadano sin tejas, sin cemento, sin derroche de recursos, transmitiendo un mensaje de optimismo. Lamentablemente su inexperiencia en lo público, su poco liderazgo colectivo y la nula capacidad de escuchar, pasaron una dura cuenta de cobro a la ciudad. Pero el mensaje de casi 120.000 cucuteños hace 4 años sigue vigente, no puede ser ignorado. Sin ser ingenuos, esperamos que gremios y medios de comunicación presionen en esta ocasión por una campaña de ideas, de propuestas, en la que se revise muy bien la trayectoria de cada uno de los candidatos, su plan y la forma como pretende llegar a la alcaldía, para que se elija a conciencia el próximo alcalde y no con base en los favores, las prebendas y la plata de dudoso origen.
Los candidatos con oportunidades de triunfo tienen el deber de debatir con ideas y no competir con mercados. Y los ciudadanos tienen también la obligación de evaluar propuestas y trayectorias, sin esperar prebendas a cambio de su voto. Así se elige en todas las grandes capitales del país y Cúcuta no puede ser diferente. Hace 4 años las mayorías decidieron contra todos los pronósticos. Ese camino no se puede abandonar, hay que insistir en el voto libre e independiente de cada ciudadano y que los candidatos compitan por el corazón de los cucuteños con ideas, con su trayectoria, con sencillez y humildad. No con los ríos de dinero que algunos ya comienzan a desplegar y que debemos derrotar.