Transcurrido más de un mes desde la elección presidencial en Venezuela, el resultado sigue en veremos puesto que lo decretado por el CNE (Consejo Nacional Electoral) la misma noche de la elección ocurrida el pasado 28 de julio, no es reconocido por la oposición como tampoco por la inmensa mayoría de la comunidad internacional.
Asi las cosas, y mientras no se hagan públicas y verificables por veedores internacionales imparciales las respectivas Actas, el resultado que da por reelecto al actual mandatario Nicolás Maduro con el 51.5% de los votos, se convertirá en un incordio creciente -que como siempre ocurre- perjudicara principalmente a los ciudadanos comunes y corrientes, porque la represión y restricciones a las libertades públicas se están acrecentando y porque el abastecimiento de productos importados se restringirá y la situación social, ya muy precaria se hará más compleja repercutiendo en un incremento de la ya monumental migración venezolana a Latinoamérica y principalmente a Colombia.
Teniendo en cuenta que el PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela) viene gobernando desde hace 25 años, primero con Hugo Chávez y fallecido este, con Nicolás Maduro quién no muestra ni la menor intención de dejar el poder, para lo cual se atrinchera en una férrea alianza con las Fuerzas Armadas de su país, cuyos altos mandos guardan lealtad al Jefe de Estado acorde a las innumerables prebendas que reciben desde el Palacio de Miraflores, es a todas luces necesario abrir un espacio de negociación para encontrar una salida pacífica.
Importante es tener en cuenta, que más allá de la vocinglería antimperialista del régimen, tanto los expertos del Centro Carter asi como de las Naciones Unidas, originalmente “usados” y “manipulados” como refrendadores de la usurpación electoral, una vez que declararon que el proceso estaba viciado fueron desvergonzada e inescrupulosamente acusados de ser lacayos del imperio.
Salvo Cuba, Nicaragua, Honduras y Bolivia ningún otro país de este continente a reconocido el resultado entregado por el CNE y refrendado por el TSJ (Tribunal Supremo de Justicia), entidades ambas conformadas por militantes adscritos al PSUV, lo cual les resta imparcialidad y verosimilitud.
Los tres países con mayores territorios y población del continente y gobernados por presidentes de izquierda, esto es Brasil, Colombia y México no han reconocido el resultado y han concordado en pedir que se muestren y verifiquen las Actas.
Cabe destacar la temprana reacción del también izquierdista presidente chileno, Gabriel Boric quién desde el mismo día del proceso electoral declaró que no reconocería el resultado anunciado si acaso las Actas no eran mostradas y verificadas por expertos neutrales. Caracas reaccionó, con el lenguaje chabacano y destemplado que le conocemos exigiendo el retiro de todos los diplomáticos chilenos de su territorio. De pasada castigó a los 800 mil venezolanos en Chile dejándolos sin acompañamiento consular.
En días recientes, el Consejo de Europa que representa a 46 Estados de ese continente ha declarado que tampoco reconoce la legitimidad del proceso electoral.
Sí, es cierto que Rusia y China han reconocido el proceso, lo cual nos demuestra que el interés por las mayores reservas petroleras del mundo que están en el subsuelo venezolano, son estratégicas al igual que la ubicación geográfica de Venezuela a menos de tres horas de vuelo de los Estados Unidos.
Es conocido que Cuba atraviesa por la mayor crisis alimenticia, energética y migratoria desde que triunfara la revolución en 1959. Por ello, y porque la mutua dependencia Caracas-La Habana es muy alta, no son pocos quienes creen que el papel que puede jugar Miguel Diaz-Canel, presidente cubano para convencer a Nicolás Maduro de la conveniencia de negociar es muy relevante. De resultar -creo que- ganarían ambos.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion