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Superando la locura
Deberíamos exigir a los futuros candidatos al Congreso un compromiso con la descentralización.
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Sábado, 1 de Noviembre de 2025

Ante el desborde verbal y la creciente irracionalidad del presidente Petro, que pone a su gobierno en interinidad, nombrando y desnombrando funcionarios en cámara como cualquier reality barato y el poco debate serio que se observa en la competencia política, creo oportuno plantear algunos temas de discusión a ver si podemos, al menos opinando, sobrepasar la locura petrista.

Creo que el principal problema que plantea la personalidad narcisista incapacitante de Gustavo Petro, es que la presidencia en Colombia es una imitación del príncipe todopoderoso, a pesar de los controles que puede tener. Petro participa abiertamente en política, maneja las relaciones internacionales desde su celular, incumple sentencias judiciales e irrespeta los demás poderes del Estado impunemente, como un principito, y la razón principal, es que el maneja todo el presupuesto de todo el Estado. El centralismo fiscal es el mayor riesgo para la democracia en Colombia, un país regional debido a su geografía.

Uno de los efectos más nocivos de este centralismo fiscal es que las regiones no pueden planear su propio desarrollo. Todos los candidatos a gobernadores y alcaldes basan su programa de gobierno en conseguir recursos del gobierno nacional y esoha hecho imposible saber si los gobernantes locales y regionales son capaces de plantear un plan de desarrollo serio y ejecutable. La descentralización fiscal del presupuesto nacional es el antídoto ante los sesgos imperiales de los presidentes, la manera de evitar tener otro “habitante de las galaxias” como presidente.

Para lograrlo se requiere un proceso legislativo para desarrollar el eje descentralizador de la Constitución del 91, hoy totalmente famélico ante el eje de derechos que se superdesarrolló. Lograr la real descentralización fiscal de las regiones, es decir que los recursos regionales se giren directamente a cada región sin intervención nacional, es el principio del desmonte de la gigantesca burocracia nacional. Ese es el problema; desmontar ese Leviatán es atacar el “sistema”, que consiste en un ejecutivo dueño de todo el presupuesto pero que necesita del Congreso para “hacer lo que le dé la gana” como decía el Nobel y ahí es cuando surge la corrupción estructural que sufre el país; la compra de “conciencias” parlamentarias por parte del ejecutivo nacional.

Pero además que un gobernador o un alcalde no necesite de los parlamentarios para actuar frente al gobierno nacional, hace a los parlamentarios menos “importantes” y los neutraliza en sus “aspiraciones de gobernabilidad” y “uso de la conciencia”. Para desarrollar la descentralización constitucional es imperativo un desarrollo legislativo que no contará con el apoyo de los actuales parlamentarios, lo cual nos lleva a dos conclusiones importantes.

Deberíamos exigir a los futuros candidatos al Congreso un compromiso con la descentralización, aunque no hay garantía que no hagan conejo; es un negocio de inversión costosa aunque muy rentable. Lo otro es lograr un arrollador triunfo en las presidenciales con un mandatario que quiera descentralizar y hacer en los primeros días un referendo sobre la descentralización.

El descentralizar obliga una reforma judicial que también la descentralice y eliminar el riesgo de un “gobierno de los jueces”, cuya sombra de ese fantasma hemos visto ya en Colombia. Otro escollo duro en el camino que se podrá superar en la medida que la gente en las regiones entiendan la importancia de la descentralización para lograr el desarrollo. La jurisprudencia en descentralización obligará a desmontar parte de la jurisprudencia de derechos que nos llevaron ad-portas del estado social-ista de hecho.

No hay que cambiar la constitución para encauzar el país, hay que cambiar el gobierno y buscar que el nuevo gobiernodesarrolle la líneade descentralización de la Constitución de 1991. Como dijo el exprimer ministro inglés Benjamin Disraelí: “Yo soy un conservador en preservar todo lo que es bueno en nuestra Constitución y soy radical en remover todo lo que es malo”.Es la última oportunidad, o desmontamos el centralismo o solo será cosa de tiempo a que vuelva el narcosocialismo al poder.


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