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Soy católico, colombiano y de derecha
La jerarquía católica y sus ordenados en Colombia deben optar por reconstruir tejido social y valores a través del evangelio.
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Sábado, 26 de Abril de 2025

WASP es el acrónimo en inglés de persona blanca, anglosajona y protestante que la izquierda y el wokismo convirtieron en sinónimo de racista, supremacista y xenófobo, desconociendo el aporte fundamental y fundacional a la creación de la gran democracia y superpotencia americana que hicieron los inmigrantes anglosajones y los inmigrantes protestantes de Europa Occidental. La definición de blanco es un concepto racista que permeó la naciente sociedad para validar la segregación, una mancha ya superada en Estados Unidos pero que los izquierdistas en medios y academia quieren vender como fenómeno actual, para validar la migración indiscriminada incluyendo aquella que no busca asimilarse sino güetizarse.

El pulso que el actual gobierno sostiene con universidades como Harvard, Columbia o Yale, impulsoras de la guerra cultural en que se enmarcan esos sesgos ideológicos, es producto de un regreso a la defensa de la democracia más importante del planeta, como contramarea al sunami antioccidental que se extendió como una pandemia en el propio mundo libre occidental, para recuperar la famosa frase de Winston Churchill.

Acaba de terminar en el mundo cristiano la semana mayor, celebrada en diferentes fechas por cristianos ortodoxos y protestantes con respecto al del mundo católico, y se observaron ataques a la religión cristiana por progresistas que validan el Islam político, así como el milagro "comunista" chino. Consideran válido esos Progresistas atacar símbolos cristianos a la vez que les parece sacrílego atacar simbología islámica. La civilización judeocristiana que dio alma moral a la exitosa civilización Occidental es hoy objeto de ataques desde el interior mismo de las democracias occidentales por medios y universidades que lo validan como "derechos", concepto que solo existe en las democracias occidentales o filo-occidentales. Llevan los derechos al extremo de permitir que cualquier antidemócrata pueda intentar destruir la democracia liberal.

Por eso, aunque les parezca "cavernario" a los fanáticos progres, me declaro católico practicante, ciudadano de la nación colombiana, no de ninguna minoría sino de la gran mayoría mestiza, y defensor de la libertad individual de la democracia liberal y la economía de mercado, en concreto, soy políticamente de derecha. Me declaro un CCD: católico, colombiano sin apellido y de derecha. Gran parte de los colombianos son orgullosamente religiosos no practicantes, de minorías étnicas o raizales o de género, además con derecho a transgredir, y políticamente, a lo sumo de centro, mayoritariamente centroizquierdistas cuando no progresistas camuflados (santistas), que son los de mejor prensa y objeto de defensa académica.

Debo hacer una aclaración, aunque soy católico practicante, soy crítico de la actitud "política" que muchas veces ha asumido la jerarquía eclesiástica alineándose al Progresismo en la defensa de los pobres. Esa "opción por los pobres", herencia mal entendida del Concilio Vaticano Segundo, ha producido sacerdotes "combatientes" o activistas como Francisco de Roux que han ayudado a destruir el tejido social colombiano al cambiar de inculcar valores a inculcar premisas ideológicas, dejando a la juventud y a toda la sociedad a merced del crimen organizado, hoy por hoy socio político del progresismo gobernante. Con la colaboración denodada de Fecode. Eso los ha llevado a perder fieles ante los movimientos evangélicos, pues la gente busca una salida espiritual, no consignas huecas y rabiosas. La jerarquía católica y sus ordenados en Colombia deben optar por reconstruir tejido social y valores a través del evangelio y no coadyuvar a la lucha de clases, trabajo que ya hacen muy bien los medios, la academia y la casta política.

Cuando Eduardo Escobar, poeta nadaista (qepd) de los buenos, se casó por el rito católico y su cónyuge iba de blanco hasta los pies vestida, alguien le pregunto, “¿Ustedes los nadaístas no estaban contra el matrimonio y la religión?”, y Escobar dijo, “nosotros siempre hemos sido contrarios a la corriente principal de la sociedad: hoy que todos se arrejuntan, nosotros nos casamos”. Hoy, cuando el progresismo cunde en la sociedad, prefiero ser de la minoría CCD: la verdad racional no está en la masa.


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