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Setenta años de travesuras
En la Segunda Guerra Mundial, una ama de casa sueca escribía para su hija enferma, esos escritos la consagraron como intelectual prodigiosa.
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Domingo, 21 de Junio de 2015

Mientras miles se mataban en la Segunda Guerra Mundial, una tranquila ama de casa sueca escribía para su hija enferma de neumonía un cuento que la consagraría como intelectual prodigiosa.

De ello se cumplió hace pocos días 70 años. La autora: Astrid Lindgren. El cuento: Pippa Mediaslargas. En España se conoce la narración como Pippi Calzaslargas. En sueco es Pippi Langstrum.

Diversas traducciones le dan el nombre de Pippi Mediaslargas y Pepita Mediaslargas. La edición que yo poseo del Círculo de Lectores, impresa en Colombia, la titula Pippa Mediaslargas.

Una primera editorial rechazó la publicación en 1944 pero la escritora participó en un concurso literario al año siguiente y lo ganó, saltando de allí al prestigio universal.

Pero el cuento por mi parte es que yo no tenía idea de la existencia de la obra y gracias a mis hijos cuando estaban en la secundaria en el colegio Calasanz, la conocí.

Algún buen profesor de literatura les pidió que la consiguieran y la leyeran, y por ese conducto, repito, llegó a mis manos, y mi curiosidad quedó más que satisfecha pues no se trataba solo de literatura infantil sino de un verdadero clásico.

Es un cuento largo delicioso: “En los confines de una pequeña ciudad sueca había un huerto exuberante, y en él una casita de campo. En esta casita vivía  Pippa Mediaslargas, niña de nueve años que estaba completamente sola en el mundo…”

Así comienza la narración y continúa, en un estilo limpio y ameno, refiriendo las peripecias de la  simpática chica dueña de Villekulla – como se llama la casita - que anda de espaldas porque en Egipto todo el mundo anda de espaldas, y dice mentiras porque cuando vivió con su padre en Brasil aprendió a decirlas, aunque realmente en donde no hay una sola persona que diga la verdad es en el Congo Belga.

Viéndolo bien, Pippa no vive completamente sola: la acompaña Mister Nelson, tan educado que saluda quitándose el sombrero, y al que lleva siempre sobre el hombro.  Mister Nelson es un mono tití.

Entre las rarezas de esta niña está su gran fuerza que le permite coger a dos policías por el cinturón y lanzarlos a la carretera. Ella contradice todas las normas; cocina exquisitamente pero los ingredientes han pasado primero por el suelo y por todos lados y de último por la cacerola.

Tan pronto llegó a Villekulla compró un caballo al que levanta con una sola mano y lo pone a su antojo en la sala, en el porche o en la cocina. Su sentido justiciero la hace enfrentarse a cinco muchachotes que estaban agrediendo a un amigo suyo, y a todos los derriba y los deja viendo estrellas. En fin, las travesuras y locuras de Pippa son para desternillarse de la risa.

La autora vivió lo suficiente para ver su obra  llevada al cine, el teatro y la televisión, y reeditada muchas veces en cerca de un centenar de idiomas. En 1958 recibió el Premio Hans Cristian Andersen, considerado el Premio Nobel de literatura infantil y juvenil, y en 1994 le otorgaron el Premio Right Livelihood, llamado también Premio Nobel Alternativo, en el parlamento de Suecia. Fue condecorada por varios países y reconocida por su lucha feminista y como defensora de los animales. Murió a los 95 años en el 2002.

Doña Astrid continuó la serie de Pippa con otras aventuras. Sin embargo, es su gran creación, Pippa Mediaslargas, la que hoy,  luego de siete décadas de nacer a la luz pública, tiene trazas de seguir divirtiendo por muchísimos años más a niños y adultos.

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