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Semaforización coja
No tenemos la posibilidad de disfrutar de una movilidad controlada.
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La opinión
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Domingo, 19 de Junio de 2022

Cuando una persona compra uno o varios artículos en almacenes de grandes superficies, observa cuál de las cajas activas posee menos personas en la fila para realizar el pago y estando en ese proceso, detecta que inesperadamente habilitan uno o dos puntos de pago, de tal manera que el proceso se realice en el menor tiempo posible y la espera para llevar sus compras se reduzca.

Sucede lo mismo cuando usted toma un turno digital en un banco para solicitar asesoría y observa que no todas las ventanillas de atención están activas y luego de esperar un rato, aparece un empleado del banco, preguntando sobre el tipo de trámite o consulta que usted requiere, de tal manera que su espera para ser atendido sea más corta.

También sucede en muchas ciudades, que su sistema de semaforización cumple con las llamadas “olas verdes”, permitiendo a un buen número de automotores avanzar relativamente rápido antes de encontrar una luz roja. 

Los tres ejemplos citados han tenido juiciosos estudios, haciendo uso de modelos matemáticos complejos y la aplicación de una técnica que aproxima soluciones en aquellas u otras situaciones, llamada Teoría de Colas. 

No tengo idea si los responsables de la semaforización en nuestra ciudad, hicieron uso de tan maravillosa herramienta, pero pasados varios años, no tenemos la posibilidad de disfrutar de una movilidad controlada y en lugar de olas verdes, tenemos olas rojas porque no hemos tenido una supervisión del actual contrato y de ahí sus falencias.

La semaforización de la ciudad, a pesar de haber crecido no ofrece a los conductores comodidad y por el contrario, cuando instalan esas señales verticales, en lugar de alegrarnos, nos molestamos porque de seguro no pusieron fin a un caos vehicular sino por el contrario, la congestión aumenta significativamente. Puedo citar muchos casos, pero en esta oportunidad me refiero a la señalización horizontal y vertical en punto de referencia “La silla coja”, ubicada en el Barrio San Luis.

Escuché declaraciones del secretario de Tránsito, explicando la razón de la señalización pero infortunadamente en la práctica, la instalación de semáforos es probable no tenga soporte técnico, da como resultado lo que hoy vemos en el sector mencionado, demostrando que en medio del desorden que existía, nunca se vieron las filas de automotores como las que se ven hoy. Lo que trato de decir es que salió peor el remedio que la enfermedad. 

Concluyo que los responsables de la movilidad, deben asesorarse por expertos en la materia, toda vez que a la fecha solo se ven improvisaciones y ensayos fallidos, aumentando el descontento ciudadano. La semaforización de una ciudad como la nuestra no puede estar en manos de aprendices, que a punta de prueba y error, tratan de solucionar un problema y lo que hacen al final es complicarlo más como el caso mencionado en el que la “silla coja” hace juego con la “semaforización coja”. 


 

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