Dos de los ejes centrales del Gobierno Petro son la Seguridad Humana y la Paz Total, además de las políticas que apuntan a la redistribución social, estimular el crecimiento económico e iniciar la transición energética, entre las de mayor prioridad.
Pero la Seguridad Humana y la Paz total tienen una articulación y complementariedad grande.
La Seguridad Humana tiene su emergencia en el discurso de Naciones Unidas -especialmente del PNUD- y corresponde al momento en que la clásica 'seguridad nacional' que tuvo como eje fundamental la defensa de las instituciones estatales y que fue altamente influida por la doctrina de Seguridad Nacional promovida por Estados Unidos durante el periodo de la llamada 'guerra fría' comienza a perder relevancia y por el contrario toma fuerza la idea que el centro de las políticas de seguridad deben ser las personas y solo de manera secundaria las instituciones estatales. Todo esto marcha en paralelo con lo que podríamos llamar los cambios en la agenda global de seguridad post guerra fría y el fin en el mundo occidental del 'enemigo comunista'. Toma fuerza el desarrollo conceptual y el intento en algunos países de desarrollar políticas públicas en esa dirección; se asocia la seguridad humana a la vigencia de los derechos humanos y por consiguiente se relaciona con seguridad política, alimentaria, ambiental, social, entre otras. En casos como el colombiano, con un conflicto armado persistente, la situación es más compleja, porque la seguridad sigue estando altamente condicionada por la dinámica del enfrentamiento armado.
Sin embargo, posterior a los atentados terroristas de Washington y New York del 11 de septiembre de 2001 hay un cierto retroceso en el discurso y las políticas; vuelve a tomar fuerza el discurso de la seguridad nacional y la lucha contra el terrorismo global como eje de las políticas de seguridad del hegemon norteamericano.
Hoy día en Colombia, posterior a los acuerdos de terminación del conflicto armado con las Farc y con un gobierno que ha colocado su centralidad en terminar con las distintas violencias, que es la esencia de la Paz Total y el empeño del Alto Comisionado de Paz, lo que implica reanudar las con-versaciones de paz con el ELN y en paralelo iniciar diálogos con algunos sectores de Disidencias de las extintas Farc y con grupos de crimen organizado para lograr su sometimiento a la institucionalidad, así como retomar la implementación integral del Acuerdo de La Habana, se dan las condiciones políticas, sociales y de seguridad para que se desarrolle lo que podemos denominar la Política de Seguridad Humana a la colombiana -elaborar el
Documento de Política es tarea que tiene pendiente el actual gobierno para disponer de un instrumento que ayude a orientar su implementación y el quehacer de Fuerza Pública, Policía Nacional y demás agencias del sector seguridad, así como de las otras instituciones del Estado -. Porque la seguridad humana se puede convertir en elemento complementario para lograr las condiciones necesarias para el desarrollo de la Paz Total y en esa medida hacer que estas dos políticas sean sinérgicas y se retroalimenten positivamente.
Esto explica la necesidad que se tiene de disponer de documentos de políticas para que adicionalmente se haga una tarea pedagógica en el conjunto de la sociedad -donde se valoren las potencialidades pero también las dificultades que en la implementación de la política se pueden generar-, para que el Estado disponga de apoyos políticos y sociales necesarios para crear entornos de legitimidad útiles para el éxito de estas dos políticas.
Colombia puede, en este gobierno del cambio, efectivamente avanzar de manera sustantiva en dejar atrás la violencia y avanzar en la senda de consolidar nuestra democracia.
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