Seamos claros: el periodismo y los tres poderes estatales independientes son una creación de la democracia liberal. Todos los autócratas, e incluso dictadores, hablan de democracia, pero de “su democracia”, no la que surgió en Occidente de ciudadanos libres eligiendo y vigilando a sus gobernantes, sino del “poder popular” que reside en un líder que representa a su “pueblo”, esa masa informe y sin criterios, y que en su nombre ostenta todo el poder. Bien claro: la democracia liberal se basa en ciudadanos libres que vigilan el estado mientras la democracia popular se trata de un “líder iluminado” que representa una masa que el estado debe vigilar para que no se ponga contra el líder.
La salida de Fernando Savater del diario El País de España, por su oposición a un diario convertido en activista gubernamental de un gobierno de izquierda, por la negación de la objetividad que debe primar en la prensa democrática libre, es un ejemplo de la “politización activista” de la prensa en Occidente. Está en el mismo concepto del “Der Stürmer” del nazismo o la “Estrella Roja” del estalinismo: propaganda conductual. El País es un grupo económico español izquierdista con tentáculos en Colombia, defensores a ultranza del anarco-apaciguamiento santista, y dependiendo de las “instrucciones editoriales”, del desprestigiado Petrosantismo.
Es un mal extendido en todo el mundo, principalmente en la democracia que tuvo los mejores referentes de prensa: Estados Unidos. En un momento donde la redes son verdaderas alcantarillas de mentiras y tergiversaciones, la prensa libre debería ser el antídoto a ellas, pero no lo logra por su activismo, que los convierte en otras bodegas. Tom Nichols en su libro La Muerte de la Experticia escribió: “Ya no tenemos esos argumentos basados en principios e información. El conocimiento fundamental del estadounidense promedio ahora es tan bajo que se ha estrellado a través del piso de "desinformado", pasando hacia "mal informado" en el camino hacia abajo y ahora está cayendo en picado a "agresivamente incorrecto". Y ciudadanos así no pueden controlar el Leviatán estatal, que parece ser el objetivo de esa estrategia. La prensa ya no defiende la democracia liberal, la erosiona en favor de la democracia popular.
Pero es peor aún cuando el activismo llega a la administración de justicia. Un juez activista es un político utilizando la administración de justicia como “otra forma de lucha” (caso reciente). Esto es tan grave para el Estado, que el Tribunal Militar de Nuremberg en 1946, consideró importante hacer un proceso penal a los magistrados que avalaron el régimen genocida."El templo (de la ley) debe ser reconsagrado”, fue el principio rector de este proceso.
El general brigadier Telford Taylor, fiscal del juicio en su introducción mencionó: “Este caso es inusual porque a los acusados se les acusa de crímenes cometidos en nombre de la ley”. Pervirtieron la ley. “... los imputados son acusados de participación y responsabilidad en los (crímenes atroces) que resultaron de, y que los acusados saben, fueron una consecuencia inevitable de, la conducta de sus cargos como jueces, fiscales y funcionarios ministeriales”, prosiguió el fiscal y concluyó diciendo, “no pueden escapar de esa responsabilidad en virtud de sus togas judiciales, como el general no puede hacerlo por su uniforme”. Él menciona que el daño al sistema judicial alemán se dio cuando se incorporó en la legislación el concepto del “poder popular” que eliminó el derecho individual del ciudadano a una sana y pronta justicia en aras de “defender el pueblo”, que obviamente era su führer Hitler. El segundo factor que finalmente llevó a estos magistrados a responder como delincuentes, fue la creación de “tribunales especiales del régimen”, tipo JEP.
Como la prensa, el activismo político-ideológico judicial erosiona la democracia liberal en pos de la democracia popular. Dos entidades que hicieron grande la democracia liberal, el periodismo independiente y la administración de justicia, se pudrieron en el activismo progresista que como una pandemia atacó el Mundo Libre.
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