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¡Replantear Cínera! (III)
Hay que ir ambientando el tema desde ya con los líderes del embalse para el otro cuatrienio.
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Jueves, 25 de Junio de 2020

Cínera va, por una sola razón: No hay otra alternativa. La haya dicho, o no, como Fray Luis de León: decíamos ayer, que tenemos que destruir los prejuicios que han mantenido esta frustración durante cincuenta años. 

Hay que ser optimistas. Miren, les voy a repetir un cuento que nos echó en estos días Indalecio Dangond, desde el Heraldo de Barranquilla, relativo a 58 años de sed Guajira.

Hay que ir ambientando el tema desde ya con los líderes del embalse para el otro cuatrienio, que, además, se identifican con este sueño, y son luchadores obsesivos: Andrés Ignacio Hoyos Arenas en la Gobernación del Departamento y Juan Agustín Ramírez Montoya en la Alcaldía del Municipio de Cúcuta. Porque el asunto es con poder.

El cuento de Dangond es el siguiente. Los guajiros, en 1962, ocho años antes que nosotros con Cínera, mediante la actuación del representante a la Cámara Elías Lacouture Acosta, presentaron ante el Congreso de la República un proyecto de ley para la construcción de una represa en el rio Ranchería.  El presidente Guillermo León Valencia, que tanto habló de embalses el día de su posesión, les engavetó la represa.

Los presidentes Lleras Restrepo, Misael Pastrana y López MIchelssen y Turbay, durante 16 años, no solo mantuvieron el engavetamiento, sino que lo congelaron. Pero veinte años después, en 1983, y en el gobierno de Belisario Betancur nombró un gobernador inquieto, un poco necio, no conformista el ganadero y jefe conservador Rodrigo Dangond Lacouture, que decidió rescatar el proyectico con fines agroindustriales y se obsesionó con un distrito de riego para 18.000 hectáreas dejándolo en remojo. 

Un día de 1984, en vuelo de Barranquilla a Bogotá, el gobernador Rodrigo Dangond se topó con el empresario Carlos Murgas que acababa de llegar de Italia, de acompañar al Minagricultura Gustavo Castro a una reunión de la FAO. Murgas, empresario, al fin y al cabo, le comentó que en tal reunión el gobierno italiano buscaba convenios de cooperación para apoyar gobiernos latinoamericanos en proyectos de riego agrícola. 

El terco gobernador Rodrigo Dangond, ni corto ni perezoso, con la información contactó al experto italiano Daniel Rufola de la firma consultora Ifagraria S.P.A. se lo trajo a La Guajira y en el terreno le solicitó el proyecto de factibilidad.

Así llegó en meses la delegación del gobierno italiano presidida por Susamma Agnely. Y surgió el convenio que firmaron el ministro Castro y la viceministra italiana.

Por ello necesitamos un gobernador obsesivo, honorable, muy trabajador, con vocación de servicio como Andrés Ignacio Hoyos, algo así como Dangond Lacouture y un alcalde de Cúcuta como Juan Agustín Ramírez Montoya, igual de honorable y experto gerente, ambos de carácter recio y ... ¡listos! 

Bueno y sigo con el cuento: así nació el convenio de cooperación italiano, para la factibilidad de la represa de Ranchería. Caliente el convenio, sin muletillas, el gobernador Dangond lo llevó a Planeación Nacional. La tragedia de Armero y el holocausto del Palacio de justicia, en manos de Betancur, volvió a congelar la represa de Ranchería.

Y volvió la mamadera de gallo. Cuando se quiere engavetar un proyecto; no hay que hablar sino de actualizaciones y reformulaciones. 

Los presidentes Virgilio Barco, César Gaviria, Samper y Andrés Pastrana, -1984 a 2002- se la pasaron haciendo actualizaciones del estudio italiano, hasta que llego Álvaro Uribe y ordenó construirla. Se hizo en cinco años.

Santos en sus ocho años volvió a la mamadera de gallo, y no la puso a operar. Hoy este llena con 158 millones de metros cúbicos de agua, y siguen muertos de la sed. ¿Qué hará el presidente Duque? ¿La pondrá a operar?

Indalecio Dangond, termina el cuento de la represa de Ranchería con una frase de Winston Churchill: “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo, el año que viene y de explicar después por qué no ha ocurrido”.

Adenda: No creo que haya alguien que tenga la explicación que pedía W. Churchill. ¿O sí? 

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