Los sucesos de hace unas semanas en Rusia, en los que el grupo Wagner estuvo a 200 kilómetros de llegar a Moscú, sorprendieron a la opinión pública mundial. Se sabía de la existencia de fuerzas milicianas al servicio de Moscú, combatiendo en contra de Ucrania en la ya extensa guerra que se prolonga por 17 meses, cuando se nos hizo creer que duraría muy pocos días, tiempo en el que los ucranianos serian aplastados por los rusos. Lo que se desconocía era que estas milicias contaban con más de 30 mil hombres fuertemente armados, y que el ciento por ciento de su financiamiento (algo más de mil millones de dólares anuales) proviene de las arcas del Kremlin.
Por ello, que su sorpresiva sublevación en contra del ministro de Defensa ruso hace que muchos se pregunten si este es el comienzo del fin de Vladimir Putin. La verdad es que nadie imaginó que una milicia de estas características pudiese desafiar así a alguien como el actual líder ruso, quién con mano de hierro viene gobernando por más de dos décadas, y que conforme a una reforma del 2021 podría prolongarse hasta el 2036.
En algo más de 24 horas, el grupo Wagner se hizo del control, sin resistencia alguna, no solo de dos ciudades importantes al sur de Rusia, sino que continuó su marcha hasta estar a unas pocas horas de llegar a Moscú. En esas dos ciudades, las fuerzas militares del Estado ruso, si bien no se plegaron al motín, tampoco opusieron resistencia.
Transcurrido un día y medio de aparente inestabilidad, el líder de las milicias aceptó detener la marcha, y replegarse a una de las ciudades que había tomado, refugiándose -en principio- en Bielorrusia, cuestión que ahora está en veremos puesto que el Presidente Lukashenko de dicho país afirma que Prigozhin jefe del grupo Wagner se encuentra en Rusia y más específicamente en San Petersburgo, ciudad desde la que siempre dirigió a los mercenarios, tiene su residencia y en la que amasa una gran fortuna, de origen turbio. Todo ello, amparado por Putin y su autocracia, de la que tampoco existen muy buenos, claros y transparentes antecedentes.
Este extraño suceso se ha constituido en el mayor desafío al poder de Putin al interior de Rusia en todos los años que ha gobernado. Por ello, algunos sugieren que su destino ya estaría decidido, y que será cosa de tiempo para ver un cambio en la cabeza del gobierno ruso.
Putin ha tenido el control total sobre los destinos de Rusia, y esto no es poco, pero el error estratégico de haber invadido Ucrania es algo que cada día le pesa más, porque ya no son solo voces del exterior las que dicen que esta guerra fue innecesaria, sino que aumentan las críticas en el interior de su país, a lo que se suman quejas por una muy mala conducción de las acciones militares.
Todos sabemos que las autocracias desarrollan recursos para sobrevivir en momentos difíciles, y que la democracia en el mundo no está en su mejor momento para hacer contrapesos de importancia. En paralelo, China ha guardado una estratégica equidistancia, siempre que una derrota rusa no signifique un fortalecimiento del poder norteamericano en el mundo, por lo que no debemos soslayar que Europa y la OTAN de la que es parte Estados Unidos, juega a un equilibrio difícil de mantener sin arriesgar un fatal desenlace nuclear.
Este complejo cuadro nos invita a estar muy atentos sobre cómo se resolverá la aparente fractura producida al interior del gobierno ruso.