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Pidiendo imposibles
Santos cometió el inmenso error de pedir a sus enemigos que formularan observaciones al texto del acuerdo con las Farc.
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Viernes, 28 de Octubre de 2016

Cuando una mujer quiere librarse de admirador incómodo, de esos que no inspiran un mal pensamiento, le pide imposibles, como que le baje la luna o le compre un collar de diamantes. El objetivo es obvio: librarse del pretendiente con el argumento de que éste no fue capaz y le quedó grande la tarea. Es mejor que se olvide de sus pretensiones.

Eso está ocurriendo con el epílogo del plebiscito. El presidente Juan Manuel Santos cometió el inmenso error  de pedir a sus enemigos que formularan observaciones para incorporarlas al texto del acuerdo con las Farc. ¡Y quién  dijo miedo! Fue como darle un hueso de pollo a un tigre hambreado. Salió a relucir la peor parte del leguleyismo y llovieron las ideas absurdas, como aquella de proponerle a los negociadores de la guerrilla que acepten ir a la cárcel por varios años. Sin ser un genio, es indudable la respuesta: un no rotundo. Y los proponentes de las 400 ideas, ¡¡nada menos!!, se lavaron las manos como el calumniado Poncio Pilatos, mientras se felicitaban mutuamente por la genial idea de hundir el acuerdo sin disparar un solo tiro.

No se tuvieron en cuenta las manifestaciones en las calles ni el campamento en la plaza de Bolívar. Tampoco importaron los editoriales ni las columnas de opinión. Solo se tuvieron en cuenta los argumentos de los viudos del poder, los que recuerdan con nostalgia los días de la seguridad democrática, que están a punto de regresar si los desmemoriados vuelven a llevar al poder al dueño del Ubérrimo, como él lo desea. Para lo cual es capaz de aliarse con el diablo: quiere quedarse hasta el fin de los siglos, como cualquier Trujillo,  Pinochet o Castro.

Como ocurrió en Argentina, le recuerdo a los desmemoriados, se prepara maniobra para que desaparezca la prohibición de la reelección: se elegirá un mamarracho (Cámpora se llamaba en Argentina) que renunciara apenas sea elegido y  rápido derogará la talanquera, lo cual abrirá la puerta al Mesías que viene a salvarnos de las garras del castrochavismo, un engendro político, mitad Chávez y mitad Fidel. El basilisco, según el extinto laureanismo, que también quiere volver al poder.  

El resultado del plebiscito fue una sorpresa para todos. Se utilizaron  las armas bajas para hundirlo: con la ignorancia y el fanatismo asustaron a un país en el que no habían aparecido los expertos en campañas sucias. Muchos votaron engañados, como los que creyeron que había una coalición de ateos con comunistas. Una mentira que caló en mentalidades que creen todo lo que se dice por la televisión, que ha caído en manos de grupos religiosos que amenazan con el diablo.

Para conocer la realidad de los promotores del No, el presidente Santos señaló que las 400 sugerencias que se le han hecho, se pueden resumir en tres grupos:

unas son razonables, otras son difíciles pero no imposibles y otras son totalmente inviables porque parten de supuestos inaceptables.

Entre estas últimas se encuentran las que sostienen que aquí nunca hubo un conflicto armado o una guerra y por lo tanto no se puede aplicar ni el derecho internacional humanitario ni la justicia transicional. Lo que equivale  a sostener que  Colombia es un paraíso donde no ha habido violencia. Cinismo puro.   GPT    

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