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Mister President
Qué tal que el Trump  que atacaban y ridiculizaban se convierta en la admiración por su administración.
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Domingo, 20 de Noviembre de 2016

Ante el triunfo apabullante de Donald Trump ante Hillary Clinton no se justifican los titulares de la prensa mundial tan apocalípticos, los días siguientes. ¿Cuál guerra mundial va a ocurrir? ¡Dejen la histeria! O como decimos en Ocaña, ¡dejen el apatusco! Tómense unas gotas de valeriana y cálmense. ¿Es mucho pedir que sean objetivos, en nombre de la tolerancia, la igualdad y la libertad que predican? Paren de sufrir, dice el pastor brasileño. Tómenla suave, aconseja el costeño. No repitan la mala leche de nuestro presidente Juan Manuel Santos que se fue a Londres a pregonar que lo habíamos derrotado en el plebiscito con desinformación y mentiras. Tal se conoce como falta de elegancia, de honradez: reconozca con hidalguía que perdió, y punto. 

Don Donaldo –que así se llamaría entre nosotros– no es como lo pintan, ni doña Hilaria –que sería su nombre en nuestros pueblos– tampoco es la Madre Teresa de Calcuta. Periodista tan liberal y a veces izquierdoso como Darío Arizmendi – la voz cantante de la poderosa cadena radial Caracol - , que la defendía tanto, ahora dijo que era lo peor, una vieja corrupta. 

Pocos quieren entender que Donald Trump, además de ser atípico políticamente –a mí me gusta su desparpajo y que llama al pan pan y al vino vino- , cuanto hizo fue sacudir el establecimiento –del que hablaba Álvaro Gómez Hurtado-, sacar la mugre de debajo de la alfombra, aquella mugre que nadie quería tocar, a saber, problemas tan graves como la drogadicción, la infiltración de terroristas, la invasión de gentes por las trochas, la falta de seguridad en toda la nación, el desempleo de los más pobres, etc. ¡Tanto escándalo porque Trump puso en evidencia el problema de los ilegales, pero nadie chistó ni pío –ni el papa siquiera- cuando del otro lado del río Táchira expulsaron a miles de colombianos a las patadas,  y cuando ahora nuestras autoridades tienen que expulsar a venezolanos delincuentes o ilegales –al menos diez al día– y a las doscientas prostitutas de Tibú que nos exportó Maduro! 

El mapa de Estados Unidos se tiñó de rojo, rojo republicano –al revés de acá que el rojo es liberal y comunista– al copar el congreso, las gobernaciones y la Casa Blanca, y no precisamente porque hubieran votado los ignorantes y los brutos, afirmación que constituye una afrenta a todo el pueblo estadinense. Según los autodenominados “progresistas”, solo ellos son inteligentes. Entonces, somos brutos los colombianos que sufragamos en  contra del gobierno en el plebiscito y ganamos; los ingleses que apoyaron el Brexit, también en contra del gobierno, y ganaron, y por ello el primer ministro conservador renunció, cosa que no hizo aquí Santos a pesar de haberlo prometido; y los norteamericanos que vencieron a la candidata de Obama. 

Nada se puede predecir, pero justamente como todo hoy es impredecible, y más en política, qué tal que el Trump  que atacaban y ridiculizaban se convierta en la admiración por su administración, en el Trump milagroso. ¡Sería para ver a los rabiosos detractores del señor Trump con la boca desmesuradamente abierta  y los ojos desorbitados! 

Así como suena, el señor Trump, Míster President Trump, aunque le duela a la cobarde envidia, como dicen los chistosos.

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