¿Qué era yo antes de ser ahora? Una leyenda del tiempo creándose a sí misma entre la luz y la oscuridad, una aurora, o una puesta de sol, tomando posesión de la nada para iniciar el camino a la existencia.
El ritmo del tiempo es enigmático y silencioso, con tal esencia de infinito que, unas veces, trasluce quietud al corazón y, otras, tempestad, hasta que ocurre un milagro de luz serena -de cristal- que lo equlibra.
Es una araña tejiendo la apoteosis de su red, atrapando lo que ocurre, lo que alguna vez fue y lo que volverá a ser, para recogerse en el pensamiento y vivir, o morir, tupiendo sus hilos en la consciencia.
Es un pájaro al viento que cuando se cansa de volar anhela el nido, para recoger las alas en su casa natural, el alma, similar a la danza de las estrellas, la luna, o el sol, que reposan su brillo en el cielo.
Es un velero azul en el horizonte mágico del mar, recogiendo presentes que ahora son pasado, buscando un faro, lejano y solitario, un rincón dónde dar posada a los sueños, junto a las gaviotas y el viento.
Es el universo retando la intimidad con mareas de azar, lámparas iluminando lo invisible, campanas sonando en el vacío, en fin, nostalgias queriendo fecundarse en profecías y anclarse en la inteligencia.
¿Qué seré yo, después? Una semilla que quiso germinar, una huella sentimental que soñaba con el eco de pasos grandes, una razón imaginaria…no sé….El tiempo es quien es y, yo, sólo soy su minúsculo reflejo…
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