Beneplácito debemos sentir los colombianos al saber que el ministerio de Educación recibirá este año un presupuesto de 70 billones, 13 más que la vigencia anterior. Realmente se trata de una cifra récord, que es necesario destacar, pero sobre la cual es imperativo hacer toda clase de advertencias.
La calidad de la educación está `rajada` en América Latina, pues el informe de la Unesco señala que casi la mitad de los estudiantes en educación básica no alcanzan los niveles mínimos de compresión en lenguaje y matemáticas, y que no ha habido mejoras desde 2013. La excepción para esta generalidad es sólo para Brasil, Perú y República Dominicana.
Estos datos nos indican que, frente a esta oportunidad de inversión tan importante, es preciso comenzar por la depuración del sistema actual que en 10 años no ha producido resultados satisfactorios. ¿Cuáles son las talanqueras? Necesario resulta identificarlas con claridad, pues si se va a invertir sobre los vicios presentes y ya afianzados, me temo que esa platica se va a perder.
¿Qué impide avanzar entonces? La respuesta tiene que darla un ejercicio de autocrítica, en donde participen autoridades educativas, maestros, expertos independientes, los mismos alumnos, y por supuesto los padres de familia.
Pero también el ejercicio de comparación con los parámetros que analiza la Unesco, que es la autoridad mundial en materia de educación y la que hace las mediciones periódicas.
Muchas cosas saldrán a flote y la responsabilidad hay que ubicarla en cabeza de quien corresponde, para que sobre ellas se diseñen los correctivos indispensables dentro de los plazos requeridos.
Los esfuerzos presupuestales que se hagan tienen que garantizar el curso del mejoramiento continuo, dentro de un esquema que permita aceptar responsabilidades y asumir compromisos; y para ello se requiere la flexibilidad y el coraje para aceptar las situaciones y para involucrarse dentro de los nuevos escenarios.
He anotado ya en otras columnas, que el ministerio y Fecode tienen mucho qué decir, y deben hacerlo dentro de un dialogo franco, sin amenazas y sin miedos, rodeados de una sinceridad plena y despojados de presunciones políticas o de intereses gremiales; de lo contrario, estaremos caminando sobre una banda trotadora que por más velocidad que se pretenda incrementar, siempre nos ubicará en el mismo sitio.
El reto es muy grande, y esos 13 billones adicionales que tendrá el ministerio en un solo año, deben traducirse en el mejoramiento de las cifras de desempeño, con resultados que sean plenamente tangibles. Que ojalá no nos vayamos a encontrar frente a un costal roto, en el que ingresó el dinero, pero por donde salió inmediatamente sin que fuera posible procesarlo beneficiosamente.
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