No existe ninguna norma que impida que en las próximas elecciones los votantes depositen una “séptima papeleta” expresando su opinión sobre algún aspecto del proceso de paz o apoyando alguna medida en particular referente a este proceso. Antonio Navarro ha propuesto que la gente vote a favor de ponerle un término al proceso, expresando la insatisfacción general con la lentitud de la negociación. Esta no es una mala idea. Si se pospone indefinidamente el acuerdo el deterioro de las negociaciones y la pérdida de confianza son inevitables. Necesita un empujón y nada mejor que el que podrían darle un par de millones de votantes en las elecciones de octubre.
Las críticas a la iniciativa de Navarro provienen de dos bandos: uno es el de los “gurús’ de los medios que dicen que es inconveniente ponerle plazo al proceso porque ¿qué se hace si se llega a la fecha y no se ha alcanzado el acuerdo? Pues los plazos son para que se cumplan. Es mucho más saludable que la opinión presione para que se llegue pronto a un acuerdo a que se deje así a ver cuándo termina. Esto último le conviene más a la guerrilla porque a ellos les sirve posponer indefinidamente el cierre y continuar su actividad usual mientras tramitan una paz que nunca se concreta.
Ideal sería revivir la propuesta de César Gaviria y darle atribuciones durante un período limitado de tiempo al Presidente para firmar los acuerdos y tomar las medidas necesarias para ponerle fin al conflicto formalmente. Pero aún si esto no se logra, los ciudadanos pueden votar para que dentro de un plazo determinado el presidente tome esas decisiones y las refrende posteriormente en el Congreso, en la Corte Constitucional, en un congresito, o con un referendo. Le temo a la asamblea constituyente porque la conocí por dentro en el 91 y a dios gracias salió bien, pero la ‘séptima papeleta” v.2 puede programarse también para darle apoyo y luz verde a la convocatoria de dicha asamblea si es lo que se acuerda. Lo importante es involucrar al pueblo en la decisión y convocar a la ciudadanía alrededor de la paz.
Los otros opositores a la propuesta de Antonio son los políticos que creen que tienen todo amarrado para octubre y ven en la “séptima papeleta” una amenaza de los sectores más progresistas y menos clientelistas de la política a sus candidaturas o al dominio de los partidos tradicionales. Ellos dicen que estas iniciativas de democracia directa y la recolección de firmas son una amenaza para la democracia porque debilitan a los partidos. Esto tendría sentido si los partidos ofrecieran oportunidades de renovación de la política y no estuvieran patrocinando las candidaturas de indeseables, como lo denunció El Tiempo la semana antepasada.
La iniciativa de la “séptima papeleta’ puede jugar un papel importante a favor de la paz y seguramente tendrá consecuencias electorales. Si no se puede revivir la propuesta de Gaviria, pero de todas formas se lleva a cabo una consulta informal y esta obtiene un respaldo significativo, sería un hecho político que no se podría ignorar para una posterior refrendación de los acuerdos.
1/ Agradezco el apoyo jurídico de Juan Carlos Henao, rector del Externado, y su grupo. Espero haberlos interpretado correctamente.