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La pseudo-democracia
La deshonestidad muerde los grandes pilares que promueven el desarrollo de un país.
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Martes, 30 de Enero de 2018

Amables Lectores: El 11 de marzo habrá elecciones de Congreso en Colombia y sus resultados servirán de guía para la votación del 27 de mayo fecha de elecciones presidenciales que tiene como ingrediente  adicional la consolidación del proceso de paz con la Farc, terminado en noviembre de 2016 al firmarse el acuerdo con esta guerrilla que dirige Rodrigo Londoño alias Timochenko,  como jefe indiscutible del grupo insurgente;  con el gobierno de Juan Manuel  Santos. En estas dos fechas veremos nuevamente el adefesio de una “democracia”, que de esa palabra es “pocón pocón” lo que contiene, porque el pueblo no elige a sus futuros gobernantes con base de un certero conocimiento de los planes y programas presentados al análisis por parte de los candidatos buscando el desarrollo para la nación municipios o departamentos, sino que lo hace pensando  como la gran manada de aves, descrita en la obra de Richard Basch, titulada  “Juan Salvador Gaviota”, a las cuales solo les procuraba pescar: “el pez para el día”, es decir en la inmediatez sin pensar para nada en el mundo que dejaremos como legado a nuestros hijos, lleno de incertidumbre y plagado de mentiras y corrupción, donde se aplaude al vivaracho y se critica, dizque por inútil, al honesto. La deshonestidad muerde los grandes pilares que promueven el desarrollo de un país que son: Salud, educación e inversión social. La corrupción en la salud es causa de un desfalco superior a los 6 billones de pesos,  condenando a los colombianos más pobres a precarios servicios de salud y altas tasas de morbi-mortalidad. Se ha aumentado la cobertura de este servicio pero  el robo continuo de sus recursos se ha llevado al sacrificio de la calidad. En inversión social, importantísimo renglón  de la economía nacional, por ser un gran generador de empleo y de desarrollo, se desviaron,  por cuenta de vivarachos magos de la contratación como los primos Nule y otros, o de algunos con cara de “frailes franciscanos” como Samuel Moreno en compañía de su hermano Iván, quien  no quedó satisfecho con lo robado mientras fue alcalde de Bucaramanga y quiso morder el presupuesto de Bogotá. Todos estos individuos buscan torcerle el cuello a los requisitos de la ley de contratación y así obtener  jugosos dividendos. Colombia  tiene un atraso de más de 35 años en materia de inversión social. Uno de cada seis colombianos vive en la indigencia. Un alto porcentaje de la niñez colombiana tiene dificultades para asistir a la escuela primaria. Algunas veces por la distancia y falta de transporte como sucede en el  área rural  o por el trabajo infantil en algunas familias del área urbana. El 47% de la niñez colombiana vive en la pobreza y el 17% sobrevive en la indigencia. Si mi aritmética no falla nos da que un 62% de los niños colombianos están en condiciones críticas de insalubridad,  ignorancia y desnutrición. ¡Cuántos de estos niños podrían estar en mejores condiciones  si  existiere sanción efectiva para los individuos que roban el presupuesto oficial y se enriquecen ilícitamente!  El problema de Colombia no es de recursos sino de los robos continuos que se realizan en distintos escenarios de la economía oficial. Hoy cabria analizar la frase de López  Pumarejo cuando dijo: “Colombia era mejor cuando solo robaban los ladrones”.

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