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La espada de Bolívar
La historia tuvo un nuevo giro el 31 de enero de 1991 cuando, en el marco del acuerdo de paz en el que se desmovilizó la guerrilla, el M-19 devolvió el símbolo patrio del Libertador.
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Sábado, 13 de Agosto de 2022

El pasado domingo todos los que vieron o siguieron la posesión del nuevo presidente de Colombia, quedaron sorprendidos cuando la primera orden de carácter presidencial dada por el señor Gustavo Petro a la casa militar, fue solicitar una de las espadas de Bolívar que se conservan en el país y que tienen un trasfondo de historia, no solo en épocas de la lucha por la independencia sino de la década de los 70 y 80 en la lucha guerrillera de Colombia. 


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Debo contarles que tuve el honor de conocerla en físico, como subdirector de Patrimonio del Archivo  General de la Nación de Colombia, tiempo en el que, durante varias tardes, era obligatorio pasar por su lado. En ese corredor existen varios elementos importantes. Entre ellos, la entrada al salón Bolívar con un cuadro del Libertador que sigue expectante con su mirada a quienes lo visitan; al lado está un salón dedicado al presidente cucuteño Virgilio Barco,  denominado salón verde; por el costado derecho, se encuentra la capilla con los reclinatorios usados por los santos padres (sumos pontífices) que han visitado el Palacio de Nariño; en su esquina superior, el busto en mármol del general Santander, un piano de cola original y el Salón Gobelinos, allí se le había hecho un lindo espacio con un cuadro al lienzo de Simón Bolívar y las frases más famosas redactadas en el Congreso de Angostura y la Carta de Jamaica. 

Tantas tardes que pasaba junto esa espada de Bolívar y siempre veía con respeto y admiración el cambio de la guardia presidencial, que la custodia las 24 horas del día. Los mejores hombres del servicio con uniformes de época son sus guardianes. Esa misma espada fue la que solicitó en el acto de inicio de Gobierno el nuevo residente del Palacio de Nariño. Pero, ¿por qué tanta importancia?, ¿cuántas espadas de Bolívar existen? 

Se cuentan seis espadas, de las cuales se tiene algún tipo de registro. Pueden ser más, por supuesto, ya que las guerras libradas no fueron pocas. Están formadas de brillantes aglomerados y una agarradera superpuesta. El broche del cinturón que acompaña esta espada es una placa sólida de oro en forma de rectángulo, de cuatro y media pulgadas de largo por tres y media de ancho; pesa 134 1/2 gramos; es más un sable, a ciencia cierta, más que una espada. 

El 17 de enero de 1974, reseña Miguel Ángel Gutiérrez de la Universidad del Valle, un grupo de cinco hombres comandados por Álvaro Fayad, uno de los líderes de la guerrilla denominada M-19, entró a la Quinta de Bolívar, el museo del centro de Bogotá donde se encontraba la espada, y la robó, en su lugar dejó una marca negra y una nota: “Bolívar no ha muerto. Su espada rompe las telarañas del museo y se lanza a los combates del presente. Pasa a nuestras manos y apunta ahora contra los explotadores del pueblo.”

Muchos mitos y leyendas sucedieron alrededor de la misma. Los siguientes 17 años la espada estuvo en un paradero desconocido. Décadas después no se sabe exactamente dónde estuvo, cuentan que hasta pasó por un prostíbulo, y, durante un tiempo, quedó bajo la custodia del poeta León de Greiff. 

La historia tuvo un nuevo giro el 31 de enero de 1991 cuando, en el marco del acuerdo de paz en el que se desmovilizó la guerrilla, el M-19 devolvió el símbolo patrio del Libertador. Por decisión del entonces presidente, César Gaviria, la llevaron al Banco de la República y posteriormente, a la Casa de Nariño. Se dice que también la tuvo en su poder Pablo Escobar, incluso, existe una imagen de su hijo sosteniéndola, pero todo seguía en secreto que se guardó hasta 1991, tras la desmovilización del M-19 y la instalación de la Asamblea Constituyente. 

“Con la presencia de Carlos Andrés Pérez y Gabo, el embajador de Cuba me la entregó (la espada) y yo me la traje en un chárter hasta Colombia”, cuenta Navarro Wolf, exmiembro de esta organización. La devolución oficial fue el 31 de enero de 1991, en una ceremonia en la Quinta de Bolívar de Bogotá. Esta es patrimonio de todos los colombianos y debe ser respetada, no pertenece a ninguna organización, ni mucho menos ideología. Tan solo debe ser símbolo de independencia y libertad.

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