La presidencia de la República acaba de editar, en tres tomos, una muy completa historia del presidente Virgilio Barco, para destacar no solo su obra de gobierno, sino el alcance de su personalidad y la importancia que jugó como elemento fundamental en la preservación de la democracia, cuando los carteles de la droga dispusieron encausar todo su poderío para desestabilizar el país y llevarlo al caos.
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Barco fue un estadista muy singular. Después de una carrera académica doméstica, primero como estudiante del colegio San José de Cúcuta, y estudiante de la universidad Nacional, en donde adelanta estudios de ingeniería, se traslada al prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts en donde completó su ciclo, para regresar a su país.
Siendo un técnico de mucho prestigio en su campo, siempre tuvo la idea de asomarse a la política, y a pesar de tener una enorme influencia conservadora por parte de la familia Barco, él guardaba especial admiración por su tío abuelo, el general Justo L. Durán Gómez, quien era un héroe de la guerra de los mil días, y que se constituyó en un protector de toda la familia. Las hazañas del general Durán y su lucha por la defensa de la democracia y de las ideas liberales, lo motivaron a proyectar su causa, y fue así como se asomó a la política, primero como defensor de las ideas de Gaitán y luego como opositor a la dictadura de Rojas, para posteriormente afianzarse como un elemento sobresaliente en su partido, que lo hizo ministro, lo llevó al congreso, lo puso a dirigir los destinos de Bogotá y lo proyectó en el campo diplomático, con sobresaliente desempeño.
Él como ingeniero, no era de agitar plazas públicas, pero sí de participar en asuntos programáticos, en estrategias para definir crisis y en idear escenarios para su partido y para el país. Ésta la razón por la cual estuvo en el centro de las definiciones, pues su criterio era creativo, certero y con enorme impacto.
Cuando se fue a definir la candidatura presidencial para el periodo 1986-1990, habían avanzado los acuerdos dentro del partido Liberal, para que Augusto Espinosa Valderrama fuera el candidato, quien encarnaba una larga trayectoria en todas las esferas del Estado. Espinosa se enferma gravemente y las directivas del partido ven la necesidad de mirar hacia una gran figura que rápidamente recogiera el criterio de la colectividad sin vacilaciones, y Barco fue el señalado, e inmediatamente elegido presidente de Colombia.
Llega no solo a imponer una tarea administrativa de grandes alcances, producto de su meritoria formación y experiencia, sino a enfrentar a los carteles de la droga que habían permeado el Congreso, y que con el poderío del dinero y de las armas tenían contra las cuerdas al país entero. Barco, con enorme carácter, enfrenta la situación con sus mejores hombres, y después de sangrientas y dolorosas jornadas, logra entregar el país a su sucesor con un desempeño ejemplar en el manejo de la situación, asegurando una transición democrática y un parte de tranquilidad nacional.
Qué bueno recordar en estas páginas, el impacto de una obra política y de gobierno, que sin duda ocupó un sitial de enorme importancia en la historia del siglo XX.
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