Pocos presidentes colombianos han recibido ataques tan fuertes y continuos como el doctor Iván Duque, que le han generado una notoria baja en su popularidad explicable por varios motivos:

El hueco fiscal. El nuevo equipo económico encontró que el presupuesto para 2019 presenta un déficit calculado entre 14 y 30 billones de pesos, (esta última cifra dada por la Contraloría General de la República), que obligó al presidente a adoptar una estrategia de emergencia para poder atender los programas sociales de la Nación, especialmente. El plan comprende dos acciones claramente impopulares: Una ley de financiamiento, y un recorte de gastos y burocracia. Por eso, aunque el programa que propuso desde su campaña es concreto, tuvo que actuar sobre la marcha para atender la inesperada realidad, y hubiera sido una gran irresponsabilidad soslayar este problema para no caer en las encuestas.

La abolición de la “mermelada”. Con una insistencia rayana en la terquedad, el Presidente adoptó el principio de respetar la autonomía del Congreso y someter a su estudio los proyectos de ley sin halagar a los congresistas con puestos y contratos. Este ha sido un inédito ejercicio que acarrea naturales dificultades, pero responsabiliza al Parlamento de la expedición de las leyes y exige del gobierno un gran esfuerzo para justificarlas. Una de las razones por las cuales se inventó la institución del Parlamento fue la de que sólo él podía imponer tributos a los ciudadanos.

La herencia de un país dividido. Pese a los esfuerzos del primer mandatario de ejercer un gobierno conciliador, subsisten grietas, más que todo en dirigentes políticos y voceros de opinión, que no asimilan todavía la llegada al gobierno de un partido que ejerció una fuerte oposición a su antecesor. Cualquier equivocación de los nuevos funcionarios es objeto de agrios comentarios. Y, contrariamente, se desconocen los logros gubernamentales. 

El nuevo Estatuto de la Oposición. El Gobierno está estrenando la legislación que garantiza el ejercicio de la oposición, y ésta ha desplegado una artillería constante tanto en las cámaras legislativas como en los espacios públicos de las ciudades. Se ha respetado plenamente este derecho pero ha habido excesos que alteran el orden, pese a lo cual las autoridades han actuado con prudencia. En cambio, numerosos medios de comunicación francamente parcializados, vienen ejerciendo una oposición dañina porque divulgan noticias de manera tendenciosas que sólo buscan crear una imagen desfavorable del gobierno.

Al Presidente lo critican porque los proyectos de ley avanzan con lentitud; porque canta; porque la Vice Presidente se equivocó en una condolencia; por la terna que integró para Fiscal Ad hoc; porque atiende más en las regiones que en Bogotá; porque el candidato a un puesto secundario no cumple los requisitos, etc.

Sin embargo, no le reconocen lo que ha logrado en apenas cuatro meses y que pronto dará sus frutos a pesar de la mala prensa. Colombia tiene un mejor porvenir con un Presidente honesto, preparado, trabajador y ajeno a los odios que carcomen a quienes se sienten despojados de los beneficios que derivaban de un gobierno que permitió el robo y el despilfarro. 

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