A pesar del anhelo de muchos sectores económicos y gremios del país de que el proyecto 'progresista' de Petro y sus aliados pierda relevancia y termine de sofocarse electoralmente el próximo año, para que la inversión tenga cabida y la confianza en el país se recupere...lo cierto es que por desgracia actualmente no hay ningún proyecto (local, regional o nacional) de derecha que tenga la fuerza para conquistar a los electores decepcionados.
En las próximas elecciones legislativas, ganará quien pueda esparcir más clientelismo a las regiones, como lo intentó fallidamente el senador Carlos Andrés Trujillo (quien tuvo candidato a la alcaldía de Cúcuta y quien además sacó 10.000 votos en un municipio minúsculo llamado Uribia) con el millonario contrato de los carrotanques de agua potable para La Guajira que nunca llegaron.
En una era donde los buenistas ganan terreno opinando y nunca haciendo, el rol político de la derecha se ve completamente lánguido y sin posibilidades de recuperar fuerza electoral con base en el voto de opinión.
A la derecha le hacen falta buenas estrategias de comunicaciones más que creadores de contenido o masividad en su marketing: Faltan memes en las marchas, carteles con mensajes que generen emociones más que promulgar la 'verdad', capacidad de enamorar al público, voces que promuevan mensajes propios en lugar de sonar como quejidos revanchistas que no están teniendo efecto. Por ejemplo: Cada vez que sale un nuevo escándalo del Gabinete de Petro, lo único que tiene para decir la oposición es "ustedes también hacen lo que tanto criticaban", y eso no logra desgastar el efecto teflón del petrismo que parece fortalecerse a punta de burocracia y contratación.
Pensemos en la movilización de la semana pasada, en la que hasta centrales obreras como la Confederación General del Trabajo (CGT) se mostró en contra del Gobierno y se sumó a la protesta. La derecha no fue capaz de aprovechar esto, utilizarlo en su lenguaje y hacer de la marcha una oportunidad para comunicar y ampliar su base de apoyos, todo lo contrario: La marcha en Cúcuta fue completamente aburrida, no movió ningún sentimiento y parecía más un club de jubilados (sin intención de ofender, ya que si se aprueban las reformas de Petro los pensionados pasarán a ser una criatura mitológica en Colombia) que un grupo de ciudadanos heterogéneo e inconforme.
Adicionalmente, las voces más fuertes de la derecha enfrentan muchos cargos e investigaciones que le restan legitimidad o fuerza a sus planteamientos, por no hablar de la pérdida de liderazgo en agenda política que ha experimentado en los últimos cinco años. A veces siento que es un poco ridículo que se les hagan preguntas a los políticos en Colombia sobre la ideología de género en los colegios o el aborto, cuando el 80% de los niños menores de diez años no saben comprender un texto básico y el 11% de los jóvenes que culminan sus estudios universitarios no encuentran un empleo.
No comprendo cómo nos dejamos llevar a discusiones tan profundas y poco pragmáticas tan del Primer Mundo (así este concepto no guste entre los políticamente correctos) cuando tenemos cientos de municipios sin agua potable y ciudades capitales como la nuestra que siguen sin tratar las aguas residuales antes de devolverlas a los ríos.
Creo que ese también fue un gran fracaso de comunicaciones de la derecha...haberse dejado guiar en el debate político hacia temas que desafortunadamente no son la preocupación de la mayoría de la población.
A la mayoría de la población y, por ende, a la mayoría de los votantes les preocupa poder llevar un sustento a su cada en lugar de si es adecuado o no hablar de pronombres inclusivos. Sólo por eso, hacia allá debería enfilar su camino la derecha, bueno, si es que quieren ganar elecciones de nuevo.
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