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La confianza social
Acabar la confianza es darle paso a la pobreza y la violencia.
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Sábado, 16 de Diciembre de 2023

La confianza social es tener fe en las buenas intenciones de los otros. “Fe en el propósito del otro; esperanza en el futuro del otro y caridad hacia los defectos del otro”, dijo en un discurso de posguerra Churchill. En una sociedad basada en la confianza nos hacemos fiadores de un propósito común, en libertad.

Se ha encontrado una relación directa entre el bienestar económico de una sociedad y su grado de confianza. Eric Beinhocker en su libro El Origen de la Riqueza, presenta un estudio muy estructurado que ubica cada país en una gráfica de dos ejes: en uno el grado de riqueza, medido como PIB per cápita y en el otro la confianza, medida mediante una encuesta pública sobre el nivel de confianza hacia los demás. La pregunta era: “¿Generalmente hablando, diría Usted que la mayoría de la gente puede ser de confianza, o que nunca se puede tener demasiado cuidado al tratar con la gente?”.

Se obtuvieron cuatro cuadrantes. El más importante el de mayor riqueza y mayor confianza están solo países europeos occidentales de democracia liberal, economías de mercado  históricamente protestantes como los países nórdicos, Inglaterra y Alemania, Norteamérica a excepción de Mexico, Japón y Nueva Zelanda.

El cuadrante de bajo a medio nivel de confianza y alto PIB per cápita muestra  países con democracia liberal, economía de mercado, históricamente católicos de Europa Occidental como Francia, Italia, Bélgica y España. El otro cuadrante es de alta confianza con un PIB per cápita de bajo a medio, donde están China, India y Taiwán, países que acogieron la economía de mercado sin apertura política como China, el desmonte gradual del estado y el fortalecimiento de la economía de mercado como India o bien democracias plenas pero amenazadas como Taiwán.

El último cuadrante es el de bajo a medio PIB per cápita y baja confianza, donde en el fondo de esa olla se hallan los países andinos más Argentina y Brasil de este subcontinente, Puerto Rico y Filipinas. En el pelotón del medio están Rusia y los antiguos países de la Unión Soviética y del Caucaso, más Chile, Uruguay, México y República Dominicana, Hungría, Suráfrica y otros países africanos además de Portugal. Tratando de salir de este cuadrante están países de Europa oriental como República Checa, Bulgaria, Serbia y Ucrania (antes de la invasión fascista de Putin). La mayoría son países históricamente cristianos, católicos y ortodoxos, y musulmanes.

Acabar la confianza es darle paso a la pobreza y la violencia. La destrucción de las redes sociales que hicieron grandes a muchos países, se transformaron en Colombia en “grupos sociales” de Primera Línea y de activismo ideológico basados en la lucha de clases, la definición de desconfianza. Ese discurso socialista de la confrontación, que comparte con el cristianismo la alabanza a la pobreza, que, además la pintan como un “mal” infligido externamente, justifica la supremacía del estado y de líderes autócratas que guían y defienden “masas populares amorfas”.

Cuando se compara con la ética del trabajo de los países protestantes, donde el esfuerzo propio por superar la pobreza es lo que dignifica a la persona y lo hace agente de su propio destino sin entregar su futuro a un “iluminado”, permite ver que la libertad, incluyendo la económica, se basa en la confianza hacia los demás y un imperio de la ley objetivo y no politizado.

“En realidad, la democracia fue el remate de un edificio que tenía sus cimientos en el imperio de la Ley; para ser más exactos, en la inviolabilidad de la libertad individual y la seguridad del derecho de propiedad privada, garantizadas por un gobierno representativo y constitucional”, escribe el profesor Niall Fergusson.

Recuperar la confianza en el tejido urbano del país es la tarea más importante por venir, ante el daño a este con acciones del actual presidente como dar al crimen organizado patente de corso, perseguir la propiedad privada y romper el estado liberal.

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