Amables lectores: Sin temor a equivocarme, me atrevería a decir, que un altísimo porcentaje de la población ha utilizado en más de una oportunidad el vocablo burocracia, sin tener certeza de su significado. Para clarificar este asunto, me permito transcribir algunas definiciones dadas a este término en el diccionario Larousse: “a. es el conjunto de personas que trabajan en el sector administrativo de un Estado; b. es el conjunto de trámites dificultosos o lentos que se deben realizar para resolver un asunto administrativo; c. es el conjunto de normas establecidas por el sector administrativo de un Estado, para resolver un trámite”. Con las anteriores definiciones nos queda muy claro que burócrata es aquella persona que trabaja en el sector administrativo de un Estado y que somete al ciudadano a una serie de trámites dificultosos o lentos y que, por lo general, estos individuos se manejan arbitrariamente sin tener en cuenta la necesidad del ciudadano de obtener una solución lo más rápida y acertada posible a su solicitud.
Afirma el columnista Andrés Espinosa que la burocracia ha tenido una expansión desmesurada y que al invadir el espacio privado restringe la libertad individual y empresarial. El precitado columnista extrae del estudio realizado por Atlas Network de Estados Unidos, que en Brasil se consumen 115 horas año de una empresa en la observancia de los trámites burocráticos mientras que en Colombia las horas gastadas alcanzan 524 horas año. Es una carga excesiva y resta competitividad. Es importante destacar que en Argentina y en Venezuela, la elevada carga de tiempo destinada a obedecer la maraña burocrática del socialismo, promedia 945 horas año. Tengan en cuenta este dato, los pequeños industriales que se sienten tentados por el virus socializante para las próximas elecciones, este número de horas perdidas para responder a la burocracia del socialismo que solo busca tener cada día más manejo sobre las empresas privadas no importando su tamaño sino satisfacer una burocracia desmedida y sin control del Estado.
La clase política es la gran patrocinadora de esta burocracia en pleno crecimiento, porque allí está el gran filón de votos que genera manejar un importante número de votantes. Emplear un miembro de un hogar, le genera a ese político un mínimo de 3 votos. Por lo anterior, es absurdo que los congresistas y demás políticos no quieran ponerle freno a este crecimiento desmedido de burócratas, que muchísimas veces solo se presentan a su trabajo el fin de mes a cobrar su salario completo no trabajado.
Mientras los trámites sean más numerosos, complejos y cambiantes justifican la burocracia porque siendo opacos crece la oportunidad de la corrupción. Para el ciudadano del común es una utopía que se lleve a cabo, por mano de la clase política, una reforma laboral que reoriente el funcionamiento de la burocracia para atender de mejor forma las necesidades empresariales. Hoy se debe insistir que lo más importante debe ser la creatividad y libertad empresarial.