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La anarquía nacional
La principal característica de todos, así sean costeños, pastusos, antioqueños o boyacos es la inclinación hacia la anarquía.
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Viernes, 4 de Diciembre de 2015

Tal vez la principal característica de los colombianos no es su laboriosidad, ni su tendencia a medírsele a cualquier reto, por difícil que parezca, tampoco la facilidad para hacer hasta lo más absurdo. No. 

La principal característica de todos, así sean costeños, pastusos, antioqueños o boyacos es la inclinación hacia la anarquía y la desobediencia de las restricciones, las ordenanzas, las disposiciones legales. 

La afirmación no es mía, sino de alto funcionario, encargado nada menos que de la seguridad aérea, que ha sido puesta en duda a raíz de distintos accidentes, con saldo de varias víctimas. 

Y la causa, en la mayoría de ellos es la misma: la anarquía, que lleva a muchos a arriesgar la vida para no pagar el pasaje de unos buses o  evitar el paso por encima de los puentes peatonales. 

Algunos de los accidentes aéreos según la Aerocivil, han sido causados por la desobediencia de los reglamentos, que establecen restricciones y prohibiciones, que no son acatados por quienes deberían ser obedientes, pues ponen en riesgo su propia vida y las de personas inocentes. 

A propósito recuerdo caso de piloto comercial a quien le daba pereza volar de Bogotá a Pasto por la ruta que incluía el paso sobre el río Magdalena y el ingreso por el macizo colombiano. 

El hombre decidió inventar su propia ruta para ahorrar unos minutos. Consecuencia: se estrelló entrando a Pasto  y murieron  todos  los ocupantes. 

La mayor demostración de la tendencia a la anarquía no es esa. 

Hay peores, como lo demuestra el hecho de que hace muy pocos días avión bimotor cayó sobre una panadería, en un barrio bogotano, a causa, según las investigaciones, de la falla de uno de los dos motores, que se dañó por falta de mantenimiento, en el peor momento: cuando acababa de iniciar vuelo privado que iba a ser ocupado por el iluso Andrés Pastrana, quien creyó que se había frustrado atentado contra su vida.

Es preocupante la desobediencia, que lleva a las gentes de todo el país que han venido a Bogotá en busca de oportunidades, que sí encuentran, a destruir todo lo que se pone a su paso, imitando así las travesías de Atila, quien se enorgullecía de señalar que por donde él pasaba no volvía a nacer el pasto. 

Aquí va a pasar lo mismo. Gentes que respetan las cosas en sus pueblos y ciudades se enloquecen apenas pisan tierra bogotana y empiezan a destruir. 

No dejan en pié nada: pintan las paredes, atacan a la policía, despedazan los teléfonos, rompen los cajeros, sueltan al bandido que llevan dentro y pronuncian la famosa frase: ’’¿usted no sabe quién soy yo?’’,  para tratar de intimidar a la autoridad. 

Para desgracia de la ciudad, durante cuatro años ocupó la alcaldía personaje que había sido buen parlamentario y resultó ser el peor ejecutivo de la historia. 

El funcionario dio rienda suelta al desorden y permitió la proliferación de vendedores ambulantes, no hizo un andén y reinauguró vieja táctica, abandonada desde el 20 de julio: llenó la plaza de Bolívar de seguidores suyos, la mayor parte empleados públicos, para rechazar la destitución decretada por otro personaje en plan de candidato presidencial, el Procurador, a quien se le olvidaron sus antecedentes laureanistas y lanzó  ataques contra las dictaduras. Un burro hablando de orejas. La terrible situación de los bogotanos se ha agravado por delito que está atacando todo el país, la corrupción, que se está comiendo los recursos públicos, el dinero de las regalías, la platica del presupuesto nacional y todo lo que se atraviesa en el paso del tsunami que busca enriquecerse a costa de lo que se le coloque a su alcance. La corrupción inclusive se ha tragado el dinero de la que fuera afamada empresa de corredores de bolsa, uno de cuyos propietarios acaba de regresar al país para afrontar decisiones de la justicia. 
Como cosa rara, por recomendaciones de algún abogado lo está afectando la misma enfermedad que atacó al expresidente Belisario Betancur, una obvia amnesia. 

P.D. Insisto en verdad del tamaño de una catedral: el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, buscará todo tipo de argumentos para no construir el metro, pues sus intereses son, como ya lo ha demostrado, ponerle más buses a la ciudad. Otra inmensa verdad es que el procurador Ordóñez anda de candidato presidencial, en reemplazo de Álvaro Uribe. Esos dos serán la fórmula de la extrema derecha. GPT

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