No son pocos los problemas pendientes de solución en Colombia. Es la acumulación de situaciones con efectos negativos en la vida de la mayoría de los habitantes de la nación. La desprotección ha sido recurrente. El manejo del Estado se ha hecho en contravía de la satisfacción de las necesidades comunes. La política no ha se ha ejercido en función del bienestar de la sociedad en su conjunto sino en la perspectiva de un interés clasista. Los gobiernos se han quedado cortos en la responsabilidad de atender las demandas de la comunidad.
La ausencia de Estado es bien ostensible casi en todo. Y eso se ha traducido en las precarias condiciones de vida de la gente. Es el déficit predominante en la salud, la educación, la vivienda, la seguridad. Es el desbordamiento de la pobreza, de la violencia, de la corrupción. Es el desmantelamiento ambiental con acciones de aniquilamiento de los recursos naturales.
Es el predominio del interés particular sobre los derechos colectivos. Es el manejo del poder mediante cálculos desatinados en función de privilegios ofensivos por la desgarradora desigualdad que generan en la sociedad, con saldos siempre desoladores, como lo demuestra la realidad.
Ante esa crisis de agobio cotidiano han surgido corrientes de inconformidad, que han tenido expresiones en la política. Y se han abierto paso movimientos de cambio. El mismo Partido
Liberal animó reformas que sacaron al país del rezago con la promoción de políticas renovadoras respecto a la propiedad de la tierra, la educación y el reconocimiento de beneficios laborales, entre otros.
Sin embargo, la brecha de los males consentidos es enorme. Se requiere fortalecer las dinámicas que lleven a soluciones efectivas y no a paños de agua tibia, como lo pretenden círculos aferrados a promover más de lo mismo.
Ahora que se está en la subienda de aspirantes a la Presidencia de Colombia hay que insistir en los cambios que son prioritarios. ¿Qué van a proponer los que le apuestan a la jefatura del Estado? Muchos de ellos llegan con el legado de sus antepasados, que es de preservación del statu quo. O todavía cargan con el lastre de fallidos gobiernos, de los cuales fueron socios.
Dado que Colombia no debe seguir padeciendo las políticas del atraso hay que debatir a fondo cuanto proponen los alegres párvulos con afanes presidenciales.
Hay que ponerle rigor a la carrera que tiene como meta de llegada la Casa de Nariño. Los electores deben saber lo que están pensando los candidatos sobre la soberanía nacional, la lucha contra las mafias del narcotráfico, los grupos paramilitares o los que están en armas bajo identidades diferentes. Y hay otras prioridades como la salud, la educación, los derechos laborales, la seguridad ambiental, la corrupción, las relaciones exteriores.
Y no se trata de remiendos, sino de soluciones a fondo. Noes más de lo mismo, o de retóricas fantasiosas. Hay que asumir responsabilidades políticas que le pongan fin a la perturbadora desigualdad y garanticen plena vigencia del Estado Social de Derecho, como está consagrado en la Constitución.
Puntada
Los desastres invernales ponen en evidencia la desprotección en que han vivido siempre las regiones afectadas.
ciceronflorezm@gmail.com
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