Es difícil imaginar que un intercambio de cartas entre un sueco y un español incidiera tanto en la historia de Colombia. Ese es el caso de la relación epistolar que en 1761 inició el joven médico José Celestino Mutis con el científico sueco Carlos Linneo, considerado el padre de la taxonomía. El cruce de comunicaciones se extendería 17 años e impulsaría la materialización de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, la cual inició en 1783. Así comenzamos una clasificación, –ordenada y a gran escala–, de nuestras especies de animales y vegetales.
Hoy reconocemos a la Expedición Botánica, en la que participaron indirectamente discípulos de Linneo, como la base del desarrollo científico del país y semillero de promotores de nuestra independencia. Asimismo, sabemos que en el proceso de convertirnos en República también hubo participación sueca, siendo especialmente destacado Fredrik Tomás Adlercreutz, coronel cercano a Simón Bolívar, crucial en la victoria frente a las tropas realistas de Cartagena y Santa Marta.
Desde entonces han sido muchos los suecos que le han aportado al país desde campos literarios, políticos, de construcción de paz o de desarrollo empresarial. Por eso hacen parte de nuestra cultura nombres como los de León de Greiff, Pedro Nisser y Henry Wassen, o de empresas como Ericsson, Millicom, Scania, Volvo, H&M, Electrolux o Securitas.
Recientemente hizo su arribo Ikea, una multinacional fundada en 1943 que creó y masificó el sistema de Ready-to-assemble furniture (muebles listos para montar en casa). Un “embalaje plano” que reduce costos de almacenamiento y precios para el consumidor, satisfaciendo inmediatamente sus necesidades. Ya abrió operaciones en Bogotá y en 2024 lo hará en Cali y Medellín.
Algunos lectores advertirán que ya en varios almacenes y cadenas comerciales del país se encuentran este tipo de alternativas. Sin embargo, debemos recordar que estamos ante la firma más innovadora del mundo en este segmento.
Si bien es natural que surjan preocupaciones de productores locales, no podemos negar que la llegada de competencia nos abre un abanico de oportunidades. De entrada, los consumidores tendrán una nueva opción para escoger. Esto motivará a mejoras de calidad, desarrollo de productos y agilidad en el servicio de carpinteros y empresarios del sector.
Desde la perspectiva de desarrollo empresarial es favorable contar con empresas que paguen impuestos, estén inscritas a cámaras de comercio, realicen aportes a la seguridad social de sus empleados y traigan nuevas formas de hacer las cosas. Esta última característica siempre termina irrigando a otras actividades económicas.
A los líderes de ciudades intermedias les queda el reto de verificar lo que requieren este tipo de organizaciones para llegar a un territorio y definir agendas para lograrlo. El mercado potencial es solo una pata de una mesa en la que también pesa la infraestructura aeroportuaria y de vías, el capital humano, los planes de ordenamiento territorial y el compromiso de las autoridades locales.
Mientras el proyecto de Ikea termina de coger vuelo, que esta sea un momento de aplaudir una relación bilateral que, al igual que los muebles, se ha armado por partes a través de nuestra historia. Ad portas de celebrar 150 años de relaciones diplomáticas con Suecia, contamos con más de 100 empresas de ese país que aportan a nuestro porvenir.
Ojalá que el futuro siga lleno de intercambio de ideas, como lo hacían Mutis y Linneo.
