Sí. Hermanos de sangre porque el abusivo invasor nos obligó a mezclarnos genéticamente y luego de despojarnos y arrasar con culturas, riquezas naturales y de imponernos credos mentirosos mezclados con culturas impregnadas de odio, se asentaron y reclamaron como propio un territorio ajeno por cuenta de un tratado espúreo emanado de una autoridad eclesiástica que nunca salió de su palacio en el vaticano y nunca conoció el mar y sus insondables misterios.
Hermanos porque quien nos liberó del yugo arrasador fue un ejército de compatriotas que le dieron no solo libertad sino identidad propia a un enorme conglomerado de criollos de este lado del océano y que aún con dificultades pudieron ponerse de acuerdo y conformaron un territorio libre de imposiciones ajenas.
Hermanos aunque separados por fronteras caprichosas trazadas por cuenta de ambiciones emanadas del obligado mestizaje heredado por el arrasamiento del que fuimos víctimas.
Caminante hermano porque buscando mejores horizontes se ha visto obligado a emigrar y desplazarse hacia donde algún hermano le ofrezca la mano y pueda sobrevivir dignamente lejos de su cruel y despiadado entorno.
Bienvenido hermano caminante; no nos sobra pero tampoco nos falta para tenderle la mano y caminar juntos; también aquí hay dificultades y muchas. Mientras caminamos le puedo agradecer que también su atribulada patria en un tiempo no muy lejano nos acogió cuando a ustedes les sonreía la fortuna y vivían tiempos de equilibrio político (¿) y de arcas llenas….
Mientras lo acompaño en su raudo trascurrir por caminos patrios y bajo el sol abrasador de su tierra hermana, es bueno que conozca la triste realidad del suelo hermano que pisa.
Hemos podido sostener una escuálida democracia gracias a un valiente contingente de campesinos que se opusieron, hace varias décadas, a los abusos de la milicia, defensora de los intereses de lugartenientes y oligarcas que se creían y aún hoy lo hacen, dueños del territorio.
La insurrección armada (única y efectiva solución) nos permitió, a pesar de sus vicios y desmanes, construir un espacio de diálogo y entendimiento que nos ha llevado, al menos, negociar y, sobretodo, evitar caudillos abusivos y megalómanos que se creen absolutos y únicos.
Hermano caminante solo le pido que pise fuerte así sea en suelo ajeno pero con la esperanza firme de saber que cada uno de sus pasos se convertirán en los cimientos de una patria que renacerá de las cenizas como el ave fénix gracias al valor y a la resistencia de un pueblo noble y sabedor de su pasado sublime.
¡¡Gloria al bravo pueblo!!
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