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¿Hacia dónde va Colombia?
Muchos colombianos estamos desorientados en relación con el rumbo que lleva el país y la meta que se propone el actual gobierno que ya va terminando su período constitucional.
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Domingo, 13 de Abril de 2025

Muchos colombianos estamos desorientados en relación con el rumbo que lleva el país y la meta que se propone el actual gobierno que ya va terminando su período constitucional. Las decisiones que el presidente ha adoptado sobre el sistema de salud, el régimen pensional, los programas de vivienda subsidiada, la infraestructura vial, entre otros, y ahora las que anuncia sobre la generación de energía, demuestran la intención de estatizar la economía del país.

Lo más preocupante es que esas acciones no parecen tener una coordinación adecuada en las diversas agencias del Estado y, por el desorden administrativo y la inestabilidad de los funcionarios del más alto nivel, se ha incubado el cáncer de la corrupción que se revela en escándalos permanentes. Se llega a creer que el presidente no tiene pleno control del gobierno.

No se percibe una estrategia concertada en el campo de las relaciones internacionales frente a la nueva realidad económica que ha surgido a partir de las medidas que adopta el presidente Trump sobre aranceles para proteger la industria de su país. No sabemos cuál es la idea que anida en la mente del presidente Petro ante el peligro que acecha a las exportaciones colombianas a Estados Unidos, mientras unos 70 países han ido a negociar con Trump el régimen arancelario.

La desventura de Colombia no es exclusivamente la calamidad de un gobierno ideologizado. Es algo más grave, es la descomposición del sistema político sobre el cual debería apoyarse la democracia para que el país sea gobernado por los mejores hombres, escogidos por un pueblo que pueda ejercer libremente su poder decisorio. Un viejo adagio, que no he averiguado de dónde proviene, sentencia que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen.

Como generalmente en Colombia se legisla a las carreras con la mira de un futuro inmediato, nuestro sistema político es una institución desarticulada que se fue formando con reformas de toda clase hasta convertirla en un aparato adaptado para la corrupción.

Con el afán de acabar el bipartidismo que se consideró antidemocrático, se autorizó la creación de toda clase de partidos que hoy, sin programas, ni doctrina ni democracia interna, se han convertido en una fábrica de avales electorales para que cualquier individuo acuda a investirse de candidato y organice su empresa electoral sustentada sólo en el dinero.

De esta suerte, la mayoría de quienes llegan a los cargos de elección popular provienen de campañas costosísimas con la intención soterrada de resarcirse de los gastos de su elección y, por esa vía, además, enriquecer sus patrimonios. Por eso están listos para que, con dádivas y sobornos, se inclinen en favor de quien les paga.

El futuro de Colombia es incierto. Este gobierno no ha logrado implantar todas sus ideas porque lo ha atrapado el desorden institucional, la ausencia de su presidente en las decisiones cruciales, y la corrupción. Por eso aspira a seguir gobernando en el próximo cuatrienio, para lo cual está preparando toda su maquinaria burocrática y bastantes dineros para otra costosa campaña.

ramirezperez2000@yahoo.com.mx


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