Es lamentable ver la situación actual de los griegos ante la imposibilidad de honrar sus compromisos económicos. Han tratado de superar sus problemas y negociar con dignidad, tratando de no someterse a los dictámenes del sistema financiero que pretende obligarlos a apretarse más el cinturón y tomar medidas de austeridad que incluyen entre otras: aumentar la jubilación de 62 a 67 años, reducir su déficit, reducir la inversión social, etc.
Todas estas medidas afectan fundamentalmente a los ciudadanos comunes y corrientes que no están dispuestos a hacer más sacrificios así les toque salirse de la zona euro o de la misma Comunidad Económica Europea.
Los griegos construyeron las bases de la cultura occidental, allí nació la democracia, la filosofía, la discusión de ideas en la búsqueda permanente de mejorar como seres humanos. Fueron los gestores del mundo en que vivimos donde se han dado los mayores desarrollos de la civilización y donde se consolido el sistema capitalista con sus aciertos y desaciertos.
El mundo en los últimos doscientos años ha pasado de 1.000 millones de habitantes en el año 1.800 a más de 7.000 millones en el año 2.015. Organizar esta cantidad de gente para que pueda trabajar y generar los recursos que le permitan alimentarse y vivir una vida digna, ha sido la ocupación de las mentes más brillantes de la humanidad desde todos los frentes del conocimiento, pero al final se decantan en dos áreas fundamentales: la economia y la política.
El modelo capitalista ha demostrado ser el menos malo comparado con otros puestos en práctica. Su desarrollo se ha dado gracias a la intervención favorable de decisiones políticas que lo han fortalecido y sin las cuales no se hubiera consolidado.
Una construcción humana de estas características está muy lejos de ser el modelo ideal que los teóricos han soñado y se asemeja más a un entramado conflictivo y de rupturas, con elementos complejos y de gran profundidad como la misma condición humana.
El pueblo griego está tratando lo mismo que hemos tratado durante decenios los países tercermundistas, que no les toque sufrir las contradicciones del modelo económico, gran generador de riqueza pero a la vez de grandes desigualdades.
Es decir, que no les toque sufrir la pobreza, ni las humillaciones o condiciones que vivimos nosotros para que nos presten dinero o para tratar de alcanzar ese soñado desarrollo que nos traerá mejores condiciones a todos.
John Stuart Mill, planteaba que la generación de riqueza es una cosa y la distribución de esa riqueza otra. Que lo primero dependía de la economia y lo segundo de la política.
Se habla de que Grecia en caso de salirse de la zona euro o la comunidad buscará nuevos amigos como los rusos o los chinos ampliándoles la zona de influencia, cosa que no les conviene a sus actuales amigos.
Los griegos salieron a cobrarle a los alemanes los daños que les causaron en la segunda guerra mundial, estimados a precios actuales en 162 mil millones de euros (la mitad de la deuda griega) cosa que no le gusta a los alemanes que quieren voltear esa página.
Alemania, quien lidera las negociaciones, no debe olvidar que la locura de su guerra no solo la arruino a ella sino a sus vecinos. Los vencedores, especialmente Estados unidos, fueron generosos permitiéndole recuperarse y convertirse nuevamente en una potencia económica.
Para que Grecia se recupere, dicen los expertos, que se le debe perdonar una parte de su deuda. La sabiduría bíblica nos enseña en Deuteronomio 15 que cada siete años se deben perdonar las deudas para que no haya pobres entre el pueblo judío. Cosa que hemos olvidado los cristianos.
Veremos qué predomina en esta decisión: si el vil metal o la política que teóricamente busca la armonía y el desarrollo equilibrado de la humanidad. El resultado afectara a todo el mundo.