Corro el riesgo de que me califiquen de castrochavista y de enmermelado, pero siento la obligación de recordar que hace 75 años, en este mes de mayo, terminó la pesadilla que se había iniciado en 1939 cuando las tropas del dictador Adolfo Hitler invadieron a la indefensa Polonia, a la que acusaron, para justificar el atropello, de haber atacado a Alemania, dando lugar así a la segunda guerra mundial en la cual más de sesenta millones de personas murieron en conflicto bélico en el cual participamos marginalmente los colombianos, quienes sostuvimos, por muchos años, que habíamos tenido el gusto de hundir uno de los famosos submarinos alemanes que sembraron el terror durante varios años.
Los colombianos nos dividimos en esta conflagración entre amigos y enemigos de Alemania, país que afortunadamente conozco y a la cual le guardo cariño y respeto, pues supo sobreponerse a una de las peores dictaduras del siglo 20 y recuperó el camino del progreso, hasta convertirse en una de las naciones más prosperas y desarrolladas, a pesar de haber perdido a toda su juventud, haber visto destruidas sus principales ciudades y haber ido invadida por tropas extranjeras, incluyendo salvajes soldados de las estepas rusas.
Si alguna cosa es cierta en la tragedia de la Segunda Guerra mundial es que la derrota de Alemania fue causada por inmenso error de Adolfo Hitler, quien decidió invadir a Rusia y consiguió así enemigo, que no descansó hasta vencerlo. En Berlín vi a una mujer rusa, armada con amatralladora, nada menos que en la puerta de Brandemburgo. Meses después cayó el muro que dividía a las dos Alemanias y se logró la unificación.
Esa guerra ¿la última mundial? nos dividió en Colombia. La derecha fue amiga del nazismo y el liberalismo respaldó a las potencias democráticas, que con Estados Unidos a la cabeza derrotaron a la tendencia política que sigue teniendo seguidores entre nosotros, incluyendo partido que se opuso a la paz y le tiene fobia a todo lo que signifique apoyo al expresidente Juan Manuel Santos, el hombre más odiado por el uribismo.
Es lógico que la derecha tenga añoranza del nazismo: hubo un momento en que sus militantes creyeron que iba a derrotar a las democracias. Pero no contaron con que los rusos podían aplastar a Hitler y abrir el camino a un nuevo mundo que no es lo ideal, pero que así no le guste a la Cabal y a otros personajes es lo que ha hecho posible que ellos se hayan tomado el poder.
Si Hitler hubiera ganado la guerra, otro gallo cantaría en el gallinero. No tendríamos democracia. GPT