Parodiando la letra de la hermosa canción del gran Joe Arroyo, es lo que se vive en muchas naciones a este lado del mundo y saltando el gran Atlántico, al otro lado, en los conglomerados africanos que durante siglos fueron esclavizados y utilizados como mercancía que se vendía para usarlos en labores distintas y en condiciones inhumanas. No había misericordia en la labor de caza y mucho menos en la travesía de meses por el océano y embutidos en barcos diseñados para no desperdiciar espacio; por el camino muchos morían y eran lanzados al mar.
Aún hoy día asistimos al doloroso y obligado exilio de muchos de ellos buscando mejores horizontes.
De este lado del océano en cambio también. Asistimos al triste exilio de compatriotas buscando mejores condiciones o simplemente escapando para salvar su vida porque el paquidérmico Estado no los puede proteger.
Desde el “arrasamiento del nuevo mundo” por cuenta de potencias europeas, no hubo tampoco misericordia ni consideración alguna para con los indefensos aborígenes masacrados y esclavizados con sevicia.
El sometimiento criminal se acompañó de doctrinas cavernarias que los extranjeros habían copiado del otro lado del mundo y que utilizaron para rematar las mentes y la espiritualidad de esos indefensos habitantes de este paraíso como lo llamaron los mismos invasores.
Ahora que el pueblo desesperado ha salido a reclamar sus derechos y gritarle a sus dirigentes que es hora de ponerle fin a tanta desidia y tanta inequidad que no son otra cosa que la misma palabra: esclavitud.
El remedo de democracia que tenemos no es nada distinto que escoger a través de trucos y argucias disfrazadas a quienes nos van a dictar desde sus mullidos sillones del capitolio lo que tenemos que hacer para que ellos la pasen bien y puedan llenar sus desfondados bolsillos. Somos súbditos del gran capital y ellos nuestros desalmados capataces quienes dirigidos por el Rey y sus aduladores ministros nos encadenan y nos tienen a su servicio.
Bien por los compatriotas que salen a reclamar sus derechos. Un gesto de solidaridad para las familias de quienes han quedado en el campo de batalla pero mal por los vándalos y los asesinos civiles que disparan a matar con la complacencia de la Fuerza Pública.