Culmina un año, con un logro fundamental, en la vida institucional de la República: la salida política negociada al conflicto armado interno, y el país se enrumba con una Colombia en paz y progreso. En este logro el PARTIDO LIBERAL, consecuente con su ideología y principio, ha jugado un papel importante, interpretando el sentir de las mayorías de esta martirizada Colombia, que quiere y se merece un país en paz.
En este contexto, es que emerge como uno de sus protagonistas y en primera línea de este acontecer, un nortesantandereano, el doctor Juan Fernando Cristo Bustos, digno y gallardo representante del Partido Liberal, Ministro del Interior y de la política; orgullosos sus coterráneos ajenos a mezquindades y diferencias ideológicas o conceptuales, debemos reconocer. El país político y nacional conoce de su trayectoria como un recio y respetuoso dirigente orgullosamente liberal de tiempo completo. Y usted doctor Cristo se la jugó íntegro y con lealtad en este noble propósito. El país así lo reconoce. Actitud que lo engrandece, y orgullosos los liberales auténticos estamos de usted doctor Cristo. Hace rato nuestro partido no rige los destinos del país. Hoy, somos la expresión política mayoritaria en Colombia, y como tal, tenemos el derecho a disputar la primera magistratura, es el momento de que alguien, y no cualquiera, surgido de nuestras filas, con suficiente autoridad moral, ética y doctrinaria, esté al frente
de una Colombia más amable más justa y enmarcada en la tolerancia y la equidad; es el momento de colocar a nuestro partido, en el concierto universal en un lugar de honor y no de vergüenza.
Esta realidad lo ubica a usted doctor Cristo, como candidato a la Presidencia de Colombia. Hace rato su nombre está en el sonajero de la política y por algo será. Escribir sobre su trayectoria política como dirigente liberal sería muy extenso; recoge las banderas de su inmolado padre y se ubica como uno de los más reconocidos y caracterizado líderes del partido liberal.
Dieciséis años en el Congreso de la Republica, con trayectoria intachable. Hecho relevante, gestor de la ley de restitución de tierras, acontecimiento avalado con la presencia del secretario general de la ONU. Ley que fue elemento fundamental, en las negociaciones con la insurgencia. Termino mi columna, última de este año, agradeciéndole al doctor Colmenares Ossa, a su dignísima hija, al maestro Cicerón Florez, Ángel Romero y al equipo que hace realidad esta trinchera de la democracia, que es el diario La Opinión, el haberme permitido ser uno de sus columnistas motiva mis agradecimientos. Y deseo de felicidad y progreso en el año venidero.