Estoy en cuarentena obligatoria por culpa de un virus que llegó de la China y ha producido inmenso susto en todo el globo, incluyendo países tan distintos como Rusia y Estados Unidos, Italia y España, Japón y Chile, donde se tomaron medidas desesperadas para evitar la propagación de una enfermedad que puede acabar con la humanidad.
Toda la gente, ricos y pobres, blancos y negros, está asustada ente la posibilidad de ser contaminada por diminuto organismo, conocido como el retrovirus, que ha ocasionado el fallecimiento de muchas personas y para el cual sólo existe un remedio: bañarse las manos cada tres horas, evitar saludar de beso y guardarse en la casa, como estamos haciendo muchas posibles víctimas de una pandemia, similar a las que ha sufrido la humanidad en otras épocas y ha originado millones de víctimas, entre las cuales se cuenta una tía mía, que murió hace más de un siglo a causa de la gripa española, que se llevó para el otro mundo a unas ochenta millones de personas.
Ahora, cuando la humanidad está dedicada a acabar con todo, incluyendo los bosques y los tigres, surgió el mayor de los sustos, superior a Hitler, Stalin y todos los malos que han pisado el planeta Tierra. Un susto que dio lugar a algo que se consideraba imposible: poner de acuerdo a toda la humanidad, que descubrió, después de la bomba atómica y otros artefactos mortales, que existen unos pequeños bichos que nos pueden acabar sin siquiera verles la cara o saber cómo son. Han ocasionado tanto miedo que, a causa de ellos, hubo guerra en las cárceles bogotanas, con saldo de 23 muertos y muchísimos heridos.
En la debacle producida por el virus pudo conocerse algo muy importante para nuestro futuro: quién es quién de nuestros gobernantes, quienes tienen pantalones y quienes no tienen la categoría necesaria para afrontar un problema tan grave como la propagación de un virus, que por su tamaño sólo puede ser visto por un microscopio electrónico. También descubrimos, con sorpresa, que no tenemos cómo afrontar una catástrofe, pues no hay suficientes hospitales ni suficientes médicos. Descubrimos, sí señor, quienes han sido los autores del saqueo a los recursos públicos que estaban destinados a mejorar la salud y están hoy en los bolsillos de los bandidos, y hasta se supo quiénes son los traficantes que tienen a Colombia en una situación desesperada, asustada ante la posibilidad de que se expanda el virus y ocasione pandemia peor que la inmigración desordenada producida por la ineptitud de los mandatarios venezolanos.
Estamos confiados en las manos de Dios. Esperamos con calma que el susto pase y vuelva la tranquilidad. GPT