Una de las características con las que cuenta la salud mental es la rápida divulgación de sus términos dentro de la población general, así encontramos que los calificativos “histérico”, “bipolar”, “esquizofrénico”, entre otros, terminan convirtiéndose en parte rutinaria del léxico de algunas personas para describir los comportamientos, aparentemente anormales, de sus amigos, conocidos o familiares. Pues bien, en la actualidad se describe una enfermedad desconocida hasta hace poco para muchos, pero cuya prevalencia ha venido en aumento a través de los años. El trastorno de pánico.
Los trastornos de ansiedad tienden a empeorar con la vida moderna, debido a que se relacionan con los pensamientos de “no tengo tiempo”, “estoy estresado” o lo que es peor, “qué van a pensar de mí” o “nadie me entiende”, manifestándose de dos maneras: cuando la persona sufre de ansiedad todo el tiempo y la forma cómo ve la vida le mantiene preocupado se habla de Trastorno de Ansiedad Generalizada, o cuando la ansiedad viene por ataques de corta duración y luego desaparece, se define como Ataques de Pánico, que cuando se repiten varias veces a la semana y no se quitan solos, se convierten en Trastorno de Pánico, que es la enfermedad.
Esta condición no es una dolencia sin importancia, qué va, solo quien la padece comprende el sufrimiento que produce. Los síntomas son inespecíficos y la mayoría de las veces la persona piensa que está sufriendo un ataque al corazón, pues presenta opresión en el pecho, dificultad para respirar, sudoración, sensación de que se va a morir, y todavía me falta mencionar como ocho manifestaciones más.
A diferencia de lo que creen los familiares, esto no se va a quitar con ir a una fiesta o a la costa, ni salir con unas amigas, por el contrario, la enfermedad tiende a generalizarse, a crecer como un ente maligno que se apodera de todo a su paso.
Aún cuando los ataques no duran más de 10 o 15 minutos, se presentan sin previo aviso, por lo que el paciente siempre va a estar atento y con miedo. Entonces se acaban los paseos, las salidas al cine, las fiestas y las vacaciones, porque comienza la eterna pregunta en la cabeza ¿y si me da estando allá?, terminando escondido en casa donde se siente seguro.
Pero, ¿por qué la gente se enferma de esto? Conocer la razón no resulta tan fácil. Algunos sencillamente la heredan, y aun cuando lleven una buena vida, sin preocupaciones ni mortificaciones, la padecen. Otros la aprenden, adoptando un estilo de vida lleno de conflictos y factores estresantes que al final terminarán desencadenando los ataques, así que el tratamiento se basará en confrontar los dos flancos, las pastillas para el desorden biológico y la terapia para modificar la forma cómo hasta ahora se lleva la vida.
Existe otro grupo menos favorecido que son las personas sometidas a amenazas o situaciones vitales negativas, como los soldados, los desplazados, o en este momento los que se encuentran en riesgo de contagio por el coronavirus. Sin embargo, no todos ellos enfermarán, porque en cierta medida hay que contar con una predisposición genética.
Si conoce a alguien con esta enfermedad, debe sugerirle que acuda al psiquiatra y psicólogo, porque no se va a mejorar sin tratamiento, las pastillas le ayudarán a quitar los ataques de manera pronta, y la modificación en el estilo de vida a que ya no regresen más, o por lo menos a controlarlos en gran medida y aprender lo que tiene que hacer en medio de uno de estos famosos ataques de pánico.