Hasta nuestra columna se han filtrado (ese es el término de moda) algunas llamadas telefónicas que se hicieron el domingo en la noche, después de conocerse los resultados. Fieles a nuestra objetividad periodística, aquí van algunas, con la necesaria aclaración de que a nadie hemos chuzado.
-¿Gustavo?
-Sí, ¿Quién habla?
-Rodolfo. Lo llamo para felicitarlo.
-¡Ah, caray! Qué detallazo, Rodolfo.
-Escuché su discurso, pero quiero decirle que no cuente conmigo. Toy mamao de tanta jodedera de ustedes en contra mía. Siquiera se acabó esta hpta campaña.
- Espero verte en el Senado. Tu presencia allí es necesaria. Te necesito, ingeniero amigo.
-Te conozco, mosco, como decimos los piedecuestanos. De eso tan bueno no dan tanto. Mejor vaya tómese sus guarapos con sus amigotes, y hasta luego, el amigo. Por aquí que es más derecho, como dijo el torcido. Chao.
-Espera, Rodolfo, espera. Al primer magistrado de la República no se le cuelga el teléfono. Pero te perdono.
-A ver, ¿pa qué soy bueno? Y rapidito que no tengo mucho tiempo. Debo ir a vender algunos ranchitos para reponer las pérdidas que se me acumularon, y la gerente me lleva acosao.
- Es la patria la que necesita de tu desprendimiento, de tu generosidad. Quiero pedirte que ocupes tu curul en el Congreso, como candidato derrotado.
-Lo pensaré. Pero no crea que lo voy a apoyar en sus proyectos castrochavistas.
-No. Lo que quiero es que no cobres tu sueldo. Tú no lo necesitas. En cambio yo sí, para la mermelada que debo empezar a repartir. Barrera, Benedetti, Bolívar y los otros que me acompañaron, ya me están pidiendo su patriótico engrudo.
***
-¡Ganamos!
-¿Qué ganamos?
-Mañana salgo a mirar una casa bien buena de las que el Presidente va a expropiar, para que el nuevo gobierno nos la asigne.
-Já. Mejor siga pagando arriendo, mijo. Ahí amanece y no lo prueba.
***
-¿Sí oyó el discurso del presidente?
-Sí.
-Dizque va a seguir con el capitalismo.
-¿Y?
-¿Y en qué quedó el Socialismo del siglo XXI?
-Despacito, despacito. Sin afanes. El tipo no puede ponerse a alborotar
el avispero desde ya.
-¿O sea que…?
-Exactamente.
***
-Perdimos, marica.
-¿Y ahora qué hacemos?
-Tenemos dos opciones: O jurar que votamos por Petro (con autenticación
en Notaría), o ir comprando un kit de camino: morral, tenis, sombrero, ropa cómoda, botella para el agua y un mapa.
-¿Y para dónde cogemos?
-¡Me la puso peluda!
***
-Deje la berreadera, mija, que más se perdió en el Diluvio.
-¿Cuál Diluvio?
-Cuando el arca de Noé.
-Sí, pero cuando eso yo no estaba por allá.
***
-Aló, aló
-¿Señor presidente Petro?
-¿Quién habla?
-Soy José Dolores, del Catatumbo.
Lo llamo para recordarle lo de la ayudita que me prometió cuando estaba en
campaña. Usted me dijo que lo llamara después del triunfo.
-¿Eso le dije?
-Sí señor.
-Pero es que aún no he asumido el cargo. Me posesiono el 7 de agosto
por la tarde.
-Bueno. En la nochecita de ese día lo llamo.
-Pero debe seguir el conducto regular.
-¿Y quién es ese man?
***
-Ganamos, pero perdimos, camarada.
- ¿Cómo así?
-Ganamos el poder pero ahora no tendremos a quien echarle la culpa.
-No entiendo.
-Ahora no podremos echarle la culpa a Uribe de todo lo que pasa en el país: del verano, de las lluvias, de los muertos, de los atracos…
-¡Cierto!
***
-¿Y ahora qué hacemos, mi cabo?
-Esperar las órdenes de mi comandante.
-¡Ese es el primero que sale!
***
-Dios mío, Dios mío, ¿por qué nos has abandonado?