Desde cuando Edmund Burke afirmó en 1787 en la Cámara de los Comunes de Inglaterra que, junto a los tres poderes con asiento en el Parlamento, - la Iglesia, la nobleza y los Comunes -, la tribuna de prensa constituía el cuarto poder, esta expresión se convirtió en un axioma, cada día más evidente.

Hoy, se equipara la potencia de la prensa a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial porque su influencia en la sociedad es enorme. 

Se puede asegurar que sin la acción de los medios de comunicación los otros poderes pasarían desapercibidos. ¿Cómo podrían los ciudadanos apreciar el desempeño del gobierno si no se informaran a través de aquellos? ¿Cómo saber cuáles son las tareas del Congreso y las decisiones de los jueces?

Es indudable, también, que los periodistas de los diversos medios, unos más que otros, no sólo son instrumentos de información sino formadores de opinión. En la radio colombiana, por ejemplo, los espacios noticiosos se han convertido en verdaderas tribunas desde las cuales se orienta a la audiencia hacia determinadas teorías.

La prensa escrita ha perdido influencia por la irrupción de las nuevas tecnologías que permiten al ciudadano acudir a través de internet a las noticias, y los columnistas tienen menos alcance por la inmediatez que significa el imperio de las redes sociales. 

No se puede soslayar la responsabilidad de los periodistas frente a la sociedad aturdida por la cantidad de informaciones de la radio y la televisión que registran los acontecimientos del mundo entero a cada instante. 

Porque la forma de presentarlos, la repetición insistente, la importancia que se les dé pueden conducir a formarse ideas equívocas. 

Además, los periodistas de radio, especialmente, han pasado a ser comentaristas dedicados a calificar las actuaciones de tirios y troyanos, casi todos con sesgos políticos muy definidos. 

Cumplen el papel antipático de moralistas intocables El ciudadano ya sabe que una emisora o un noticiero determinados son afectos a una tendencia, o críticos inveterados de otra. 

Por eso, cuando se alude a la tan gastada teoría de la “polarización”, vale la pena preguntarse hasta dónde son responsables de ella los periodistas que pontifican diariamente anatemizando actuaciones de los gobiernos o profetizando desastres venideros por no seguir sus recomendaciones.

La libertad de prensa es un principio sobre el cual se funda la democracia y no podría, bajo ningún concepto, desconocerse. Por cierto, uno de los más importantes aportes de los medios es servir de control a las autoridades para que cumplan cabalmente sus funciones y no procedan arbitrariamente. Pero, igualmente, tienen una responsabilidad con la sociedad de no desorientarla, de no exacerbar los ánimos, de no desmoralizarla haciendo ver que todo en Colombia va mal, solamente para desprestigiar un gobierno. 

Hay que generar, mejor, un clima de concordia, respeto a la ley y amor al trabajo que son los elementos que hacen progresar un país.

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