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El apetito de las malas noticias
Si a ese apetito se añade el ingrediente de las preferencias políticas.
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Domingo, 10 de Enero de 2021

Ha hecho carrera la idea, tal vez proveniente del periodismo mismo, de que lo atractivo para ser informado es, casi únicamente, lo malo que ocurre. Los asesinatos, las tragedias, los robos, los desastres naturales, los delitos de funcionarios etc. ocupan la mayor parte de los noticieros, y se repiten de manera incansable por días, semanas y meses. El morbo que despiertan esas informaciones es lo que produce la mayor sintonía y, en consecuencia, los mejores réditos comerciales.

Una sociedad abrumada por las malas noticias está predispuesta a la desesperanza. Es lo que conduce a sentir que todo anda mal, a creer que no podemos hacer nada para remediarlo y que, así como lo dañino proviene de afuera, también las soluciones vendrán providencialmente. Por eso es tan fácil que una nación se deje encantar por el populismo, en vez de ver que la única manera de progresar y mejorar en la vida es con el esfuerzo individual y colectivo.

Si a ese apetito se añade el ingrediente de las preferencias políticas, entonces las noticias tendrán un sesgo evidente y llegarán a formar lo que se ha venido en llamar una matriz de opinión.

El hombre contemporáneo está hostigado por la enorme cantidad de noticias que le llegan por diversos conductos, -bien sean los medios de comunicación formales o las redes sociales-, unas divulgadas con profesionalismo e imparcialidad, pero muchas emitidas con bajas pasiones o desinformación perniciosa. Al ciudadano le es difícil evaluar cuál es cuál, y es frecuente formarse ideas equivocadas y dañinas.

Otra consecuencia del hostigamiento noticioso es la formación de la opinión pública sobre personajes o instituciones de la vida nacional. Las mediciones de favorabilidad y desaprobación están inevitablemente ligadas a la información que divulguen los medios y redes sociales. Y, como lo había señalado antes, si hay un interés político expreso o velado, se puede influir en la opinión al arbitrio del comunicador. Sobran los ejemplos de lo que vivimos en Colombia en este sentido.

Me llama la atención la costumbre que se ha generalizado de abrir los micrófonos al público de las emisoras de radio para obtener los comentarios de los oyentes que logran comunicarse, y emitir opiniones como si fueran verdaderos estudios estadísticos. De unas cuantas llamadas, los periodistas deducen resultados francamente muy parciales. Es cuando se afirma “la gente está furiosa” o “nadie está de acuerdo”.

NOTA: Es forzoso referirme a la tragedia que enluta a muchas familias del Norte de Santander por causa de esta pandemia que va segando vidas sin piedad. Quiero expresar mi condolencia muy sentida a la madre, hermana y parientes del doctor Sair Contreras Fuentes fallecido en plena juventud y en el momento más productivo de su vida. Igualmente, a la familia y allegados de los doctores Edgar y Gustavo Salgar Villamizar quienes le prestaron enormes servicios a Cúcuta. Y, con gran pesar me enteré de la muerte del gran abogado Luis Aparicio Prieto. Paz en sus tumbas.

ramirezperez2000@yahoo.com.mx

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