Colombia se encuentra en un momento crítico de su historia y el 29 de octubre tenemos una oportunidad única para tomar una decisión que marcará el rumbo del país.
Es evidente que el liderazgo de Gustavo Petro y su partido, el Pacto Histórico, han demostrado carecer de la capacidad necesaria para guiar al país hacia un futuro próspero. Su falta de técnicos competentes y su adherencia a una ideología radical han obstaculizado la posibilidad de alcanzar acuerdos en asuntos cruciales para la nación.
Mientras el presidente Petro se presenta como un defensor de la paz, sus acciones han reflejado un estilo confrontativo y un liderazgo que, lejos de unir al pueblo, ha generado divisiones en la sociedad colombiana.
Este domingo es nuestra oportunidad para rechazar la tibieza del Pacto Histórico frente al terrorismo, como en el caso de Hamás, y para exigirle al presidente que deje de romantizar los actos terroristas del M19. También para conminarlo a que, en lugar de poner a Colombia en una situación compleja en el orden internacional, debe actuar a la altura de la dignidad del cargo de Presidente de la República.
Es fundamental exigirle que se concentre en los graves problemas de orden público que enfrentamos, que nos están acercando a una época de nuestra historia para no recordar. Que su famosa “paz total” es una total improvisación, permitiendo que los grupos al margen de la ley expandan su control sobre más territorios día tras día.
Debemos votar contra la ineficiente gestión de Iván Velásquez, una incompetencia respaldada por cifras del Ministerio de Defensa: De enero a septiembre de 2023, los secuestros extorsivos aumentaron un 82%, los secuestros simples un 48% y los hurtos a personas un 16%. Además, hemos presenciado una preocupante reducción del 76% en la erradicación manual de cultivos de coca y un descenso del 24% en las incautaciones de heroína.
Exhortemos también a Petro a resolver el problema de desabastecimiento de medicamentos en Colombia. Es inaceptable, por ejemplo, que la insulina y los medicamentos para la hepatitis C crónica, entre tantos otros, estén en riesgo de faltar en nuestras farmacias, afectando a quienes dependen de ellos, como los 250 pacientes que no han podido iniciar su tratamiento por seis meses.
Repudiemos que el gobierno continúe desfinanciando deliberadamente nuestro sistema de salud, propiciando así la “crisis explícita” mencionada por la exministra Corcho.
Opongámonos firmemente a que la sostenibilidad del sistema de salud esté en riesgo y que el proyecto de ley carezca de un sistema fiscal y financiero sólido. Nuestra salud no puede estar sujeta a decisiones, improvisadas, irresponsables y falta de planeación.
Rechacemos que, en medio de esta crisis, nuestro sistema de salud esté al borde del colapso, enfrentándose a una reforma que amenaza con reproducir modelos que incluso Petro ha denunciado por corrupción y que han probado ser ineficaces, como es el caso del régimen especial del Magisterio.
Desaprobemos que el gobierno invierta más en pagar para "evitar" que los jóvenes cometan crímenes que en educación. ¿No sería mejor invertir más en educación para prevenir delitos?
Rechacemos la insuficiencia de acciones efectivas ante la inminente crisis energética que enfrentamos, donde incluso exministros han alertado sobre el peligro real de un apagón.
Demandemos la falta de estrategias robustas para fomentar la industrialización del país, una negligencia que ha llevado a la industria a los niveles críticos experimentados durante la pandemia.
Es el momento de que Colombia enderece su rumbo y busque líderes que puedan unirla y trabajar juntos para construir un futuro mejor para todos. Pero, sobre todo, es el momento de garantizar que el poder no se perpetúe en manos de quienes han demostrado no ser idóneos para liderar con sensatez y visión.
El futuro de Colombia está en manos de la ciudadanía. Mañana podría ser demasiado tarde.
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