Amables lectores: La época actual está marcada por el dejan de creer en Dios. Hoy todo es culpa del estado y así eliminamos nuestra responsabilidad. Se cambió impunemente el “Dios proveerá” por “tengo ese derecho”. Con una gran irresponsabilidad delegamos las obligaciones que tenemos y esta razón, como lo afirma Camilo Herrera, que utilizan a su antojo los políticos para dar argumentos culpando a alguien y así exoneramos al verdadero culpable que somos nosotros mismos. Aunque no es solo la izquierda, con su candidato, esta encabeza una serie de propuestas simplistas con la “brillante” idea de acabar con todo lo logrado desde el inicio de vida republicana del país. Sin inmutarse proponen eliminar todas las instituciones construidas, porque la gente las culpa de todos los problemas que ellos viven. Si yo no tengo pensión la culpa no es mía por no haber cotizado cuando tenía vida activa laborando, sino del sistema pensional que no me cubre. No tengo hoy salud la culpa de la eps y no mía porque nunca me preocupe por afiliarme a una, si no tengo formación profesional la culpa es del icetex por no habérmela financiados aunque ya nunca lo solicité. Si no soy feliz la culpa es de todo lo que me rodea y no mía por no proponérmelo.
La mentira es un gran invento de la naturaleza, por eso se oyen frases irresponsables de los políticos en períodos preelectorales como aquella de que “no habrá más impuestos porque vamos a eliminar la corrupción y con esos recursos pagaremos todo”. Los colombianos hemos llevado la mentira a un punto en el cual se crean mundos en nuestras mentes que son inexistentes dónde nos convencemos que “podemos ser felices sin tener que hacer nada”. Es más sencillo creer que las cosas se pueden solucionar con algo nuevo, pero sin decir cómo se repara lo que se tiene, porque esto nos obliga a aportar un duro esfuerzo.
Algunos seres humanos somos perezosos porque como lo explicamos sin sonrojarnos: “nuestro cerebro al pensar consume energía y debemos evitar la fatiga”, Las ideas entre más simple sean y que no nos exijan esfuerzos, no tengan costo alguno para nosotros las aceptamos con gran facilidad. Este simplismo en nuestra aceptación es lo que nos ubica como caldo de cultivo para demagogos, cuenteros o culebreros populistas. Pensemos honestamente y concluyamos que la culpa la tenemos todos y cada uno en particular. Hemos caído en profundos problemas de egoísmo en busca solo de nuestro bienestar y alejándonos del bien común. Nunca nos ubicamos en el lugar de otro ni lo colocamos de primero. No existe empatía ni comprensión y mucho menos respeto por el otro y esto nos ha hecho mucho daño. La costumbre ha hecho ley y hoy está por encima de la norma. Se violan las reglamentaciones de tránsito, las tributarias, las sociales y las personales.
Para terminar, debemos ser claros, que no obstante todo lo dicho anteriormente, nosotros y nuestros antepasados hemos mejorado este país. La gran mayoría trabaja, busca empleo, estudia, ayuda, enseña, busca mejorar nuestra calidad de vida y de la de los que queremos. No podemos creer en discursos que prometen el cielo sin esfuerzo.
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