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De las fiestas de pueblos
En agosto se daban cita en Chinácota las mujeres más hermosas de Norte de Santander.
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Martes, 15 de Agosto de 2023

Por esta época, de veranos, calores y sudores, se alborotan las gentes a celebrar alguna fiesta patronal, o alguna feria, o ambas juntas las dos como decían en el campo.

Agosto no es sólo el mes de las cometas. Es un mes de fiestas y ferias y reinas en muchos lugares de nuestra geografía regional. Hasta hace algunos años, Chinácota era nuestra Cartagena, sin mar y sin murallas, pero era el centro de atención departamental por el reinado que allí se celebraba de nuestra belleza femenina.

En agosto se daban cita en Chinácota las mujeres más hermosas de Norte de Santander para competir con alegría, fiesta y entusiasmo por la corona departamental. La beldad ganadora nos representaría después en Cartagena de Indias.

Era todo un espectáculo. Cada candidata llegaba con su comitiva de admiradores, familiares, amigos, músicos, lagartos  y chaperonas. Había gente para todo: para hacer carrozas, para quemar pólvora, para echarles vivas a las candidatas, y, por supuesto, para hacer           que los visitantes se sintieran a su acomodo. Y en todo se sobraban los chinacotenses. Es proverbial la amabilidad de sus gentes y en tiempo de fiestas sacaban a relucir lo mejor de sus corazones.

Las reinas no llegaban con las manos vacías. Algo llevaban para repartir a nombre de su terruño. La de Ocaña repartía cocotas maduras, de las que sólo allá se dan. La de Pamplona tiraba al público muestras de colaciones y panecillos con sabor a neblina. Eran famosas las panelitas de Convención, las cebollas de La Playa de Belén y el queso de La Garita. La de Cúcuta no recuerdo qué llevaba, pero algo repartía. La algarabía, la multitud y la alegría no cabían en el parque, de manera que la fiesta se regaba por calles, callejuelas y callejones. A decir verdad, el pueblo quedaba pequeño para tantos festejos.

Como tenemos herencia legalista, que nos dejó el finado Francisco de Paula Santander, el alcalde de Chinácota dictaba un decreto por medio del cual daba comienzo a las fiestas y prohibía durante esos días, tristezas, cantaletas y reclamos. El cura, por su parte, cuadraba las misas y procesiones, de tal manera que las actividades de la reina del cielo no entorpecieran las actividades de las reinas de la tierra.

Lástima, digo, que eso fue ayer. Por razones de seguridad, o por motivos de centralismo, o por alguna envidia, o por causas que no todos conocimos, el reinado departamental de la belleza se trasladó a Cúcuta, y las fiestas de Chinácota se vinieron abajo y el reinado departamental no volvió a tener la misma diversión popular y los admiradores de las reinas ya no tuvimos pretexto alguno para perdernos un fin de semana de la casa.

Largo se me haría enumerar todos los pueblos que tienen fiestas en agosto. Debo señalar sí, que el pueblo donde yo nací, La Victoria, un corregimiento de Sardinata, también está de fiesta por estos días.

-¿Y entonces usted no dizque es de Las Mercedes? -me dirán algunos. Aclaro: Nací en La Victoria, me crie en Las Mercedes y me hice en Cúcuta. Tengo, pues, tres patrias chicas. A mucho honor. Aunque en La Victoria no me conocen. En Las Mercedes ya me olvidaron. Y en Cúcuta, algunos dizque desayunan conmigo. Eso me dicen los que al desayuno leen esta columna los martes y los jueves.

Debo resaltar, por otra parte,  algo muy especial y digno de imitar. En Los Patios, acaban de celebrar sus fiestas pero con una Feria del Libro. Ojalá en todos los pueblos, hubiera fiestas con libros de por medio. ¡Sería la verraquera!

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