Desde que iniciamos nuestro proceso educativo, por allá como a los 3 años, lo hacemos dentro de una estructura basada en la ciencia, esto quiere decir, que las estrategias que se utilizan en el colegio para que aprendamos, se encuentran respaldadas por una serie de investigaciones que han demostrado su eficacia, seguridad y beneficio para los niños, o por lo menos, eso es lo que debería ser.
De manera que, luego de un exhaustivo proceso, los encargados de los Ministerios de Educación de cada país deciden cuáles serán los textos a utilizar y los conocimientos que serán impartidos, y esta directriz se mantiene a medida que van pasando los años, primaria, secundaria, universidad y más allá, si la persona sigue estudiando el resto de su vida.
Todo este trayecto se transita siguiendo el “método científico”, que es la base indiscutible de las ciencias, o lo que es lo mismo, se enseña lo que está comprobado que es verdad. Los ejemplos se visualizan fácilmente en profesiones exactas, como las que involucran las matemáticas, la física y la química, pero no parece ser tan sencillo en las humanísticas y sociales, ya que, a fuerza de falacias, falsas creencias o sencillamente emociones, se pueden tergiversar los conceptos, pero sobre todo los resultados.
De esta forma, la historia podría ser cambiada con tan solo impartir una doctrina que se repita constantemente, porque ya no se pueden volver a vivir los hechos, o una curación espontanea, atribuida a fuerzas sobrenaturales y espirituales. Esta dificultad para comprobar algunos fenómenos que suceden en nuestras vidas, es la oportunidad de la que se valen las pseudociencias para establecer sus propuestas.
Así nos encontramos con una serie de postulados que, sin ser comprobados, parecen surtir efecto en la salud de los individuos o en la adivinación de su futuro y, con explicaciones un tanto razonables se van apoderando del sentido común de la gente. Una de las más populares es la astrología, eso de que si soy Leo, entonces tengo un carácter dominante y debo casarme con una mujer Aries, para que me vaya bien en la vida, o las personas que buscan alivio a sus dudas y sufrimiento por medio de la lectura del Tarot u otro tipo de naipes, para descubrir cuándo abrir un negocio o si el marido tiene una amiguita por ahí.
Todo este tipo de desempeños extraoficiales entran en el grupo de las pseudociencias, incluso el espiritismo, cuya base pseudocientífica no es otra que aprovecharse del dolor de las personas, los sentimientos de culpa o el amor a un ser querido, para proponer comunicaciones al más allá, por una suma de dinero que puede acarrear la pérdida de la casa y la herencia que les ha dejado el difunto.
En el campo de la salud, esto se complica aún más, pues existe una serie de dolencias llamadas psicosomáticas que tienden a calmar y mejorarse con una dosis de comprensión y de ponerles atención, o sencillamente son procesos virales que se quitan por sí solos luego de unos días, pero las personas en su desesperación llegan a creer en lo que les dice el brujo, o el curioso, como le dicen en Venezuela, haciendo sus aportes económicos al susodicho charlatán. Sin embargo, el efecto puede resultar sorprendente, ya que, muchos niños pequeños manifiestan sus alteraciones psicológicas por medio de dolencias físicas, que curan después de que los padres se unen para llevarlo al hechicero, lo que no deja de ser una especie de psicoterapia de apoyo, pero que podría ser fatal en caso de una apendicitis.