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Corremos peligro
En la propia capital del estado Táchira, lo reciben a uno unas calles llenas de huecos, algo nunca visto ni pensado.
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Lunes, 6 de Julio de 2015

Un acontecimiento inesperado me obligó a ir en estos días a la vecina ciudad  de San Cristóbal. 

El corto disfrute de las atenciones de mis parientes y el gozo de verlos y abrazarlos contrastó con el pesar en el alma de ver cómo ha cambiado San Cristóbal, cómo el nuevo enfoque político lo está acabando. 

En efecto, antes, nada más era un deleite el solo viaje por una carretera llena de anuncios vistosos de almacenes, supermercados, cines, restaurantes y hoteles. 

Hoy solamente se ve la cara del difunto Hugo Chávez en los puestos de aduana y en muros de cemento. 

Ya, en la propia capital del estado Táchira, lo reciben a uno unas calles llenas de huecos, algo nunca visto ni pensado que pudiera suceder en tan bella ciudad. Los avisos luminosos de los negocios desaparecieron.

Las pocas bombas de gasolina – de las decenas que había – muestran unas colas inmensas de carros para aprovisionarse por unos litros pues no se permite el lleno completo del tanque. 

En los escasos supermercados – también de los numerosos que existían, todos grandes y bien surtidos – la gente hace colas de cuadras para comprar un desodorante. 

La ciudad luce triste. En dieciséis años la volvieron triste. 

De continuar el asedio del gobierno con sus medidas políticas  y económicas, en otros dieciséis años San Cristóbal se caerá a pedazos, se convertirá en un paso abandonado de un destino que llevaba a otro lugar. 

Pero lo más inquietante es la inseguridad. Cuando uno regresa a su Colombia amada, cuando ya pisa La Parada, respira con alivio, con libertad, con alegría y con ilusión. 

En San Cristóbal los taxis no salen después de la seis de la tarde porque los atracadores y extorsionistas se encuentran en cualquier esquina. Y presentar denuncias ante los organismos policiales – según me lo refirieron las propias víctimas – es un atentado contra la vida porque los mismos policías son los asaltantes.  

“Tome nota de lo que está viendo y sintiendo”, me dijeron, “para que allá en Colombia estén alerta de lo  que se les está acercando con los equivocados diálogos de paz del presidente Santos con las Farc”. “Colombia va rumbo a igual situación que en Venezuela”, me repitieron adoloridos. 

Justamente eso es lo que pretendo hacer con esta nota. ¡Dios nos libre de llegar a lo mismo de los vecinos! 

orlandoclavijotorrado@yahoo.es

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