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Consejos de don Quijote para ser buen cucuteño
El cuento es viejo. Viejo pero no pasa de moda. 
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Lunes, 22 de Abril de 2019

El cuento es viejo. Viejo pero no pasa de moda. Es la ventaja de nosotros los mayores. Nos llaman cuchos, pero ahí seguimos dando lata.

El cuento es que hace ya hace más de cuatrocientos años apareció en España una novela, que narra las venturas, aventuras y desventuras de cierto caballero andante, medio chiflorete el tipo, que se fue por los caminos a luchar contra las injusticias. Como el mundo siempre ha estado lleno de injusticias, don Quijote, que así se llamaba el vejete, no salía de una cuando se metía en otra.

De ñapa se consiguió de escudero –porque todos los caballeros deben tener escudero, como los jefes deben tener asistente-, un tontarrón que le llevaba la cuerda, le limpiaba el armamento y le hacía los mandados, de nombre Sancho Panza.

Pero no iban solos. Don Quijote montaba un flaco caballo, Rocinante, y Sancho, un borriquillo gordiflón como su dueño. Don Quijote peleaba contra todo y contra todos, sin que valieran las explicaciones de Sancho:

-Mire mi don, que esos no son gigantes sino molinos de viento.

-Vea, jefe, eso no es un castillo, es una posada de arrieros.

-Yo cumplo con avisarle, esos son unos frailes con una procesión, y no unos guerrilleros que llevan secuestrados.

Inútil. El tipo estaba más loco que una cabra y como las cabras tiran p’al monte, don Quijote tiraba pa donde se imaginaba que pudiera haber jaleo. Porque no le temblaban ni los calzones ni el yelmo ni la armadura.

Escrito está: Cada tiesto tiene su arepa. Don Quijote se creía un buen tiesto y se buscó su arepa. Inventó que en alguna parte había una doncella que lo esperaba y la llamó Dulcinea del Toboso, a la que le dedicaba sus triunfos. Era su amor, su todo, su traga. Por aquí hay muchos así.

Un día, y para congraciarse con su escudero, le anunció que lo iba a nombrar gobernador.

-¿Yo, gobernador, señor?

-Claro, Sancho, hay otros más brutos que tú y llegan a gobernadores.

-Pues hágale, parce -le contestó Sancho.

-Jalémosle al respetico, nada de parce. O se expresa bien o le revoco el mandato.

Lo nombró gobernador de alguna región llamada La Ínsula (no confundir con la Ínsula de aquí, donde había chicas para todos los gustos. Eso me han dicho), pero antes de posesionarlo, lo llamó aparte y le dio una serie de consejos, que sirven para cualquier gobernante o para cualquier gobernado. Fue una verdadera clase de cívica, esa que ahora no se enseña en los colegios ni en las escuelas y mucho menos en las universidades.

Pues bien. Hoy, 23 de abril, se conmemora la muerte del autor de esa historia, tan bien contada, tan bien escrita y de tantas enseñanzas. Día del idioma lo llaman y hay actos, conferencias, conciertos, recitales y muchas más cosas en homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra.

Yo, por mi parte, invitado por la Biblioteca Julio Pérez Ferrero, daré una charla allá mismo, hoy, a las seis de la tarde: Consejos de don Quijote a Sancho Panza para ser buen cucuteño. No se la pueden perder. Porque llegó el momento de que cada quien le aporte algo a la ciudad. Los espero. 

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