El gabinete ministerial del presidente Iván Duque, el heredero de Alvaro Uribe e improvisado mandatario, que llegó a la primera magistratura sin haber ocupado otro cargo oficial, lo que explica todos sus problemas, ha sufrido en solo quince meses dos importantes bajas: los titulares de justicia y defensa han tenido que renunciar antes de sufrir la vergüenza de ser destituidos, por ineptitud, por el Congreso de la República, que quería estrenar en ellos una novedosa figura política, inédita en nuestra carta magna pero muy utilizada por otras democracias: la moción de censura. Los dos se salvaron de una inédita salida, sobre todo el titular de defensa, que había sido, como presidente de los comerciantes, uno de los más ácidos enemigos del presidente Juan Manuel Santos.
El comerciante-ministro Guillermo Botero no se distinguió por sus logros, aunque el presidente lo elogió en la carta en la que le aceptó la renuncia, que era esperada por la opinión pública desde que se supo que la moción de censura estaba prácticamente aprobada por el Senado, donde tenía 67 votos a favor (solo se necesitaban 55) cifra que se alcanzó luego de debate en el que se reveló que había mentido sobre bombardeo en el que murieron varios guerrilleros, incluyendo ocho niños.
Botero había cometido varios pecados, sobre todo al informar acerca de operaciones militares y otros hechos, lo que le había acarreado críticas, caricaturas y ataques por que no se le consideraba capaz para desempeñar uno de los más importantes cargos del gabinete, nada menos que el encargado de la guerra a la subversión y la defensa del territorio nacional, amenazado por la enemistad de Venezuela.
Anteriormente había dimitido otra pésima ministra, la de justicia, Gloria Borrero, que tampoco daba pié con bola, como se dice popularmente e iba a ser la encargada de estrenar la novedosa mención Fue la primera en volver para su casa y demostró que el presidente Duque no acertó al nombrar a sus más cercanos colaboradores, varios de los cuales, se dice, han sido impuestos por su jefe, el senador Alvaro Uribe, a quien mueve su odio profundo por quien fuera su amigo y ministro, el expresidente Juan Manuel Santos.
El nuevo ministro debe dirigir y devolver la buena imagen a las Fuerzas Armadas, afectadas por los errores de personaje a quien le quedó grande el delicado cargo. Ojalá Duque le dé remezón al gabinete: lo necesita. GPT