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Carta a una bruja en pandemia
Bájate de esa nube, bájense de ese cielo encantado y aterricen, brujas del carajo.
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Jueves, 28 de Octubre de 2021

Te escribo la presente para hacerte saber que la pandemia de la COVID-19 aún no ha terminado. Que en muchas regiones del mundo, el avichucho (virus, bacteria o lo que sea) sigue haciendo estragos y que la gente se sigue yendo pal’ otro lado, porque han descuidado los consejos que desde el comienzo nos dieron Duque, Serrano y Yáñez, nuestros mandamases respectivos.

Y jamás me cansaré de repetírtelo porque sé que a veces te crees de dedito parado, la vaca que da más leche, la última gotica de agua en el desierto, la bruja que más vuela, y andas convencida de que tus menjurjes y tus bebedizos  te protegen. ¡Mamola! Cuídate, que la cosa aún sigue peluda. Y el mundo todavía te necesita.

He visto  muchas mujeres, brujas como tú, sin tapabocas, paseando en la calle y en los parques, sin cuidado ninguno, andando en manada, como si tal y pascual. ¿Qué se creen? ¿Qué se creen ustedes? Que por tener escoba y capirote y nariz puntiaguda y porque rezan el magníficat al revés, se van a salvar del aguijonazo? Bájate de esa nube, bájense de ese cielo encantado y aterricen, brujas del carajo.

El otro día tú llevabas un frasquito de gel y otro de alcohol en tu bolso desflecado, de hilos negros y blancos. Eras cuidadosa. Te cuidabas y cuidabas a los demás. Ahora, ni gel, ni alcohol, ni agua, llevas en tu nuevo bolso elegante, que seguramente te regaló alguien que cayó en tus redes y que te tiene en el país de las maravillas.

Pobre tipo. Lo considero. Seguramente cuando te conoció no vio tu escoba ni conoció tus verdaderas intenciones. Seguramente lo embrujaste con tu sonrisa ancha y hermosa, la misma que luces cuando vas por el aire aleteando y haciendo cuas-cuas para asustarnos a nosotros los de-más mortales. Pobre tipo. Lo considero. Debe estar haciendo malabares para zafarse de tus embrujos, pero lo veo difícil. He oído decir que cuando ustedes le hacen la judía a alguno, cuando les dan a beber sus pócimas, cuando les hacen el conjuro de los siete credos y las treinta y tres cruces de abajo hacia arriba, es casi que imposible  romper  las telarañas que le tejen endiablada-mente a su alrededor.

No quisiera estar en los calzones de ese fulano. Lo he de ver por ahí, agüevado, calle arriba y calle abajo, apendejado, vuelto nada, mientras tú te das la gran vida, a sus expensas, volando, carcajeándote, disfrutando de las escobas que el hombre te comprará a cada rato.

El próximo domingo 31 de octubre, es el día de la brujamenta. Me imagino que ya tienes listo el ajuar y todo lo que necesitas para tu celebración. Irás al salón (¿Hay salones de belleza para las brujas?), te peinarás las tres grenchas que te dejaron cuando te mandaste a cortar el pelo largo, te engrudarás de polvos y te maquillarás en busca de arreglar lo que no tiene arreglo. No olvides lo que dice la Biblia: Lo que Dios no da, Max factor no lo presta.

Te doy un consejo: Cuando asistas al aquelarre, a la media noche, vuela rápido para que no llegues tarde, como es tu costumbre. Así no tendrás que inventar excusas tontas: que el trancón, que la escoba, que el aire, que los vientos cruzados.

Pero, sobre todo, mi querida y recordada brujita, usa tapabocas, que nadie te vea tu linda sonrisa,  no te arrimes mucho a los brujos, vuelve a usar gel y alcohol y no te pierdas. Feliz día.

gusgomar@hotmail.com

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