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Cambio climático
Cúcuta fue calificada en el 2015 como la segunda ciudad más contaminada del país.
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Martes, 9 de Febrero de 2016

Amables lectores: curiosamente las palabras cambio climático, cumbre, CAR, construcción, Contaminación, Corponor, Conducta, Catástrofe, Conciencia, Corrupción comienzan con C y con un pequeño ejercicio mental podríamos elaborar frases invitando a la reflexión sobre la conciencia ambiental que todos debemos poseer y aplicar en estos tiempos.

Desde hace más de 50 años, Colombia ha presentado cambiantes condiciones climáticas donde alternan periodos de sequía y de lluvias, llamados respectivamente El Niño y La Niña.

Estos fenómenos afectan gravemente la agricultura, la ganadería e influyen notablemente en el costo de vida y en la salud de las comunidades, sin lograr que los gobiernos de turno trabajen en forma organizada y técnica para enfrentar estas dificultades, originadas por nosotros mismos al agredir a la naturaleza.

El Ministerio del Medio Ambiente que está a cargo de liderar políticas serias direccionadas a la protección del agua y de los ecosistemas, da palos de ciego y es incoherente al otorgar licencias para explotación minera en áreas vecinas a fuentes hídricas que se contaminan con mercurio y otros tóxicos destruyendo flora y fauna.

Lo más grave de esto, nadie se inmuta y parece que con estas licencias mineras se pagan apoyos dados a las decisiones del ejecutivo.

Existen gobernadores, alcaldes, senadores y representantes que disfrutan de las mieles de estas licencias cuando en realidad debían ser ejemplo de una verdadera conciencia de preservación ambiental.

El ejemplo mas deprimente de este abuso es el páramo de Santurban,  nacimiento de varios ríos y está amenazado con la extracción de oro por empresas mineras extranjeras.

Pero ¿qué hacemos? Nada, parecemos anestesiados y, según parece, para nuestra tranquilidad espiritual es mejor pensar en la paz de La Habana y no en el desierto y sed que vivirán nuestros nietos.

No olvidemos, los recursos naturales son de todos los colombianos y no de los gobernantes quienes favorecen a un grupo de privilegiados que engordan sus bolsillos y los de algunos funcionarios ladrones a costa del hambre futura de un pueblo.

Los funcionarios directivos de las CAR, deben poner su formación técnica que necesariamente poseen, al servicio de las comunidades y conjuntamente con ellas tomar decisiones con programas encaminados a la recuperación de cuencas hidrográficas, monitoreo y supervisión de cauces y control de la exagerada extracción de material de arrastre.

Hoy vemos campañas publicitarias donde invitan a jardines infantiles y colegios a educar a estos niños en el cuidado del medio ambiente pero simultáneamente dan licencia a constructores para talar bosques en donde se levantarán múltiples viviendas.

Cúcuta fue calificada en el 2015 como la segunda ciudad más contaminada del país.

Lamentablemente en pocos años si seguimos con nuestra indiferencia seremos la número uno. Es lamentable ver a familias enteras en paseo de olla provocando más contaminación en las escasas aguas de nuestros ríos, y facilitando los devastadores incendios forestales.

Mi generación recuerda con nostalgia que al construir en Cúcuta una casa frente a ella se sembraba un árbol. Hoy esta bella costumbre la cambiamos por pimpineros en los pocos parques de la ciudad y por mascotas que depositan excrementos en jardines, andenes y separadores.

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