
Con lo ocurrido a raíz del archivo en la Comisión Séptima del Senado de la reforma laboral y el llamado a una consulta popular por parte del presidente de la República, Petro insiste en evidenciar su ineptitud gubernativa. Por si aún había dudas, sus actitudes y posturas demostraron que es mucho más un populista agitador y activista, que un presidente y jefe de estado.
Lo que ocurrió fue en realidad un capítulo más del espectáculo de un primer mandatario que ha convertido el mandato que le otorgó una estrecha mayoría, en una sucesión de maniobras de manipulación política, intentando suplantar al Congreso y a la justicia bajo el pretexto de la “participación directa del pueblo”, tratando así de disimular su incompetencia como gobernante.
Ahora bien, riñe con la realidad el que exista un bloqueo institucional. El Congreso ha aprobado reformas importantes al presidente como la tributaria, la pensional y la reforma al sistema de transferencias, para solo mencionar algunas. Lo que está promoviendo Petro es más bien un autobloqueo gubernamental. Es más, la consulta popular planteada y las marchas convocadas para promover sus reformas podrían exacerbar aún más la división existente en Colombia atascando su gobernabilidad y progreso.
El amplio apoyo inicial que tuvo para promover los cambios sin la sostenibilidad que da el consenso institucional, conduce al autobloqueo. Con el tiempo, la inestabilidad generada por la estrategia populista puede erosionar la confianza pública en las instituciones democráticas y alimentar el desencanto ciudadano con la democracia, la misma que tanto alaba en sus discursos.
La democracia colombiana se fortalece mediante instituciones sólidas, el respeto a los límites constitucionales y la negociación política sostenida, no a través de atajos populistas que, si bien parecen democráticos, terminan siendo profundamente nocivos para el sistema.
Es que cuando un agitador y activista como Petro le da un valor absoluto a la votación que lo eligió - otorgándole la legitimidad de origen- y la interpreta como un mandato incondicional para impulsar las reformas propuestas en campaña, el diálogo y la negociación política sobre el cómo hacerlas realidad- propias de un jefe de un estado democrático- ceden lugar a la confrontación y a la terca inflexibilidad.
En otras palabras, contribuye para que la necesaria legitimidad en el ejercicio del cargo entre en barrena de manera paulatina pero constante hasta arribar al autobloqueo. Y esto a pesar de su pretensión de atribuir insistentemente el fracaso de las reformas no a su gestión, sino la voluntad de una clase política, una élite, una oligarquía que se resiste al cambio que requiere Colombia.
Lo cierto es que el periplo de este gobierno se ha caracterizado por momentos de expectativa seguidos de propuestas maximalistas y llamados a la movilización popular que buscan lograr con el apoyo de la calle lo que no se ha logrado en los recintos del Congreso o en las oficinas de las otras instituciones constitucionales.
Aún más, la inspiración y la capacidad retórica de Petro sigue produciendo discursos interminables, pero su capacidad de inspirar esperanza a otros se desvanece cada vez más y por el contrario, con sus generalizaciones calumniosas e injuriosas, como las lanzadas el 18 de marzo, prolíficas en agresividad y epítetos denigrantes, riega por doquier el odio que muestra albergar en su interioridad, exacerbando la polarización política e incentivando una discordia entre los colombianos que difícilmente podrá ser revertida. Y esto, además de irresponsable con el país, es peligroso.
No es por coincidencia que una periodista como Patricia Lara, no propiamente una “oligarca que mata y asesina porque le tiene miedo al pueblo” haya escrito su última columna en El Espectador titulándola “El peligroso lenguaje del presidente”.
Si en lo que le queda del período constitucional para ejercer como presidente, Petro no corrige su estilo de gobierno y sigue envenenando el tejido social, se expone a que surja una Consulta Popular, no con doce preguntas sino con una sola: ¿Está de acuerdo con que le presidente Petro renuncie al cargo?
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